¡Bienvenidos de nuevo al centro Ser Feliz – Belén Martín!
A partir del próximo día 8 de junio reanudamos la actividad presencial en el centro. Para ello se ha realizado una desinfección completa del mismo y se pondrá a disposición de los usuarios gel hidroalcóholico en la entrada y papel de camilla desechable (que será cambiado tras cada sesión) en los asientos. Por supuesto, todos mantendremos la distancia de seguridad. Para evitar encuentros innecesarios las sesiones seguirán el horario establecido sin excepción. Os pedimos que seáis puntuales tanto en la llegada como en la salida. Se realizarán desinfecciones frecuentes siguiendo la normativa establecida por el Ministerio de Sanidad y Consumo.
También mantenemos la actividad online que venimos realizando para quien así lo prefiera o esté incluido en un grupo de vulnerabilidad o riesgo.
Para las personas interesadas están a vuestra disposición los talleres de crecimiento personal y educación emocional a través de mensajes, como “14 días para conocerte mejor” y “7 semanas para gestionar tus emociones” de manera que se permite a los interesados una experiencia formativa en un formato accesible, sencillo y directo, a un precio mínimo para que todo aquel que desee mejorar su bienestar lo tenga al alcance de la mano.
Para cualquier duda contacta conmigo en el teléfono 681 372 373.
7 Semanas para gestionar tus emociones SER FELIZ – BELÉN MARTÍN
Las emociones son algo inherente al ser humano: no podemos evitar tenerlas. Condicionan constantemente nuestra vida sin que apenas nos demos cuenta, ya que la mayoría de ocasiones pensamos y actuamos en función de como nos sentimos. Y sin embargo nadie nos ha explicado en qué consisten las emociones, cómo funcionan y qué podemos hacer para manejarnos mejor con ellas.
Incluso cuando sabemos qué son y cómo funcionan es fácil dejarse llevar por el impulso, en ocasiones con consecuencias fatales. ¿Quién no ha perdido los nervios al sentir ira y ha dicho o hecho algo de lo que se ha arrepentido? ¿Quién no se ha enamorado perdidamente y ha dicho y hecho cosas que cambiaría?
Aunque parezca increíble conocernos mejor a nosotros mismos, investigar y comprobar como funcionamos a nivel emocional y sentimental es más sencillo de lo que parece.
En este taller te ofrezco 7 ejercicios para mejorar tu gestión emocional, uno a la semana, para que a lo largo de 7 semanas desarrolles un conocimiento y una experiencia sobre ti mismo y tu manera de sentir, pensar y actuar que, sin duda, cambiará tu vida.
Se trata de una serie de explicaciones claras y ejercicios adaptados a tus vivencias cotidianas, de carácter eminentemente práctico.
Aprender a gestionar tus emociones te convertirá en una personas sabia, emocional y sentimentalmente consciente y responsable.
El precio del taller de 7 semanas de duración es de 40€.
Disfrutar de esta nueva experiencia es tan fácil como escribir un mensaje por WhatsApp al teléfono 681 372 373, indicando “Gestión Emocional”, tu nombre completo y DNI (o NIE) o rellenar el formulario que aparece a continuación. Se te proporcionarán los datos de pago y las instrucciones para poder comenzar tu propio viaje interior. Se adapta total y absolutamente a tu calendario, ya que la inscripción permanece abierta sin fechas de inicio o finalización. El material que recibes no tiene caducidad: podrás utilizarlo a lo largo de tu vida cuantas veces desees.
14 DÍAS PARA CONOCERTE MEJOR SER FELIZ – BELÉN MARTÍN
El crecimiento personal es uno de los procesos más hermosos al que puede aspirar un ser humano. Y cualquier trabajo de crecimiento personal por fuerza tiene que pasar por una etapa inicial de autoconocimiento. Tal como indica uno de los principios básicos de la psicología científica: sólo se puede modificar lo que se conoce y se ha observado.
Por ello en estos tiempos en los que la tendencia es mirar hacia afuera (por ejemplo, observar más lo que hacen los demás que lo que hace uno mismo, o focalizar nuestro control en los sucesos externos en vez de lo que nos sucede por dentro) desde SER FELIZ – BELÉN MARTÍN te propongo una serie de ejercicios para mirar hacia dentro y ayudarte a conocerte mejor a ti mismo/a a través de una serie de 14 ejercicios que se te proporcionarán (uno al día) durante 14 días.
El precio de la serie de ejercicios es de 40€.
Disfrutar de esta nueva experiencia es tan fácil como escribir un mensaje por WhatsApp al teléfono 681 372 373, indicando «Autoconocimiento», tu nombre completo y DNI (o NIE) o rellenar el formulario que aparece a continuación. Se te proporcionarán los datos de pago y las instrucciones para poder comenzar tu propio viaje interior. Se adapta total y absolutamente a tu calendario, ya que la inscripción permanece abierta sin fechas de inicio o finalización. El material que recibes no tiene caducidad: podrás utilizarlo a lo largo de tu vida cuantas veces desees.
Aprovecho para mandaros un abrazo lleno de cariño y fuerza,
Una
vez definidos los conceptos de emoción y motivación y como nos
afectan en la vida cotidiana vamos a profundizar en las técnicas que
nos pueden ayudar a mejorar nuestra gestión emocional.
El
primer paso para alcanzar una gestión emocional funcional y
adaptativa, enfocada en el logro de nuestros objetivos, consiste en
aprender a identificar nuestras propias emociones y ponerles
nombre. En muchas ocasiones nos encontramos que sentimos algo
positivo o negativo pero no sabemos muy bien de qué se trata y
simplemente actuamos impulsivamente en función de esa valencia.
Es
imprescindible comprender que cada emoción es diferente y que
podemos diferenciarlas haciendo una introspección sobre qué
es lo que sentimos y cual es la causa de ese sentimiento (por
ejemplo, cuando sientes un malestar inespecífico que te impulsa a
actuar de malas maneras, distinguir si se trata de tristeza, enfado,
miedo u otra emoción negativa y asociarla a la memoria o la
situación que la ha generado para actuar en consecuencia y no ir
comportándonos de manera confusa o incoherente).
Identificar
emociones no es fácil en un inicio, sin embargo cuenta con la
ventaja de que se trata de un aprendizaje más y que mejora
con el mero hecho de repetir este acto de conciencia sobre lo
que sentimos. Poner nombre a nuestras emociones genera que sea más
fácil este aprendizaje ya que somos seres que basan su razonamiento
y memoria en el lenguaje, que es el que nos facilita la
gestión cognitiva de nuestros comportamientos.
El
segundo paso para una adecuada gestión emocional pasa por aprender a
asociar nuestras emociones con sucesos concretos (personas,
lugares, momentos, recuerdos, etc.) de manera que identificamos
huellas de memorias específicas con emociones específicas, evitando
confusiones o malentendidos con uno mismo y con los demás. Aunque no
siempre vamos a encontrar la causa de una emoción (a veces nos
sentimos de una manera y no sabemos por qué y, a pesar de intentar
encontrar su origen, no lo conseguimos) es importante al menos
intentarlo el máximo de veces posible.
El
tercer paso para una adecuada gestión emocional consiste en
comunicar a las personas de nuestro alrededor la emoción que
estamos sintiendo y la causa (si la sabemos), facilitando el
entendimiento, la comprensión y la empatía para con nuestra
conducta. Es vital cambiar el foco de la comunicación de lo que hace
o dice la otra persona a la emoción que nos hace sentir,
desculpabilizando y no juzgando los actos de los demás en función
de las emociones que nosotros sentimos al respecto (por ejemplo, nos
sentimos enfadados por algo que ha dicho alguien y le transmitimos
que aquello que ha dicho nos hace sentir mal, cambiando el foco de lo
que ha dicho a lo que sentimos, evitando que pueda sentirse culpable
de nuestras emociones).
El
cuarto paso para la gestión eficaz de las emociones consiste
básicamente en aceptarnos como personas “sintientes”,
esto es, que sentir emociones es natural y que no es malo en sí
mismo, todo lo contrario: es extraordinario y fabuloso poder percibir
la magnitud de las emociones en todo su esplendor (tanto las
positivas como negativas porque todas tienen un sentido adaptativo),
pero sin dejar que sean prioritarias a la hora de comportarnos,
equilibrando nuestro cerebro emocional con nuestro cerebro racional.
Al respecto cabe destacar que las emociones se generan al
activarse una serie de núcleos cerebrales que facilitan la
liberación de unas sustancias en nuestros circuitos neuronales, y
que esas sustancias tienen un tiempo de actuación limitado:
ninguna emoción se mantiene eternamente, sino que va perdiendo
intensidad y se minimiza o desaparece en un período de tiempo
definido. Por ello sentir emociones de una manera natural permite que
podamos dejar que fluyan sabiendo que en algún momento cercano se
reducirán a su mínima expresión o se apagarán.
El
paso final, o quinto paso, consiste en actuar en consecuencia a la
valencia de la emoción y de nuestros objetivos: si se trata de
una emoción negativa la dejo fluir, dejando que se minimice
de una manera natural y defino mi comportamiento no solo por la
emoción, sino también por el razonamiento subyacente sobre ella
(porque la sentimos) buscando soluciones y equilibrando nuestro yo
sintiente con nuestro yo pensante. Si se trata de una emoción
positiva, la pauta más eficaz es maximizarla y
permitirnos disfrutarla con magnificiencia, y actuar (al igual
que en el caso anterior) de una manera equilibrada entre lo que
sentimos y lo que pensamos que nos acerca a nuestros objetivos.
En la medida de lo posible siempre hay que compartir nuestras
emociones con los demás para facilitar una relación agradable y
que nos acerque a nuestro objetivo más importante: SER FELICES.
Siempre
se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me
gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal.
De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.
Las
emociones las sentimos
constantemente, sin embargo nadie nos ha explicado en qué consisten
o cómo nos afectan, información que nos ayudaría sobremanera a
aprender a gestionar nuestras propias emociones.
La
palabra emoción significa “hacer mover”, y está
muy relacionada con la motivación (“mover hacia”).
Quizá este significado es más obvio ya que cuando algo nos agrada,
gusta o interesa nos genera una cierta inquietud para ”movernos
hacia” eso (nos motiva).
El
concepto de emoción es un poco más complejo debido a sus
connotaciones históricas: cuando éramos seres primitivos
nuestro cerebro era mucho más pequeño de lo que es ahora, y dos de
sus estructuras principales eran la amígdala y el hipotálamo,
que son los centros donde se generan las emociones. La función de
las emociones en ese momento era muy relevante y consistía en la
supervivencia: cuando uno de nuestros antepasados sentía una
emoción intensa (por ejemplo, el miedo) ante un estímulo que le
generaba incertidumbre o malestar se activaban estos núcleos
cerebrales y conectaban con la parte de acción de nuestro
cerebro iniciando una secuencia conductual de huida o ataque, que
favorecía su supervivencia (por ejemplo, si se trataba de un animal,
huyendo o atancándolo se aseguraba de sobrevivir).
A lo
largo de los años de evolución del ser humano nuestro
cerebro ha crecido, especialmente en las áreas frontal y
prefrontal, que son las encargadas de nuestro pensamientoracional. Sin embargo seguimos manteniendo los mismos núcleos
emocional que se activan e inician comportamiento de huida/ataque
(miedo), aproximación (amor) o distanciamiento (asco) en función
del tipo de emoción y la intensidad sentidos. En la actualidad,
en nuestra sociedad, las emociones ante situaciones de peligro
real mantienen esa función antigua de supervivencia, pero no tienen
el mismo sentido en nuestro día a día, en el que no es funcional
ni adaptativo responder a los estímulos con los comportamientos
primitivos que provocan. Esto es fácil de identificar en
situaciones de condicionamiento emocional, por las que ante una
situación en la que hemos sentido una emoción intensa nos sentimos
impelidos a actuar de manera impulsiva por la emoción que nos ha
generado, incluso aunque nos suponga una pérdida de oportunidades o
de bienestar. Un ejemplo de emoción negativa intensa que nos puede
generar este tipo de respuesta es el miedo a un objeto o situación
(llegando incluso a desarrollar patologías como las fobias), y un
ejemplo de emoción positiva intensa es el amor (llegando incluso a
padecer situaciones perjudiciales para uno mismo por sentirse
enamorado de otra persona y desear por encima del propio bienestar el
bienestar del otro). Todo ello limita nuestras vidas aunque nuestras
vidas no dependan de ello (ya no sobrevivimos por huir de algo que
nos genera miedo, o por cumplir todos los deseos de una persona que
amamos).
Las
emociones son comunes a toda la humanidad y los estudios
científicos muestran que las emociones básicas nos afectan a todos
en función de su intensidad y su valencia
(positiva/negativa). El hecho de desconocer su funcionamiento nos
lleva habitualmente a actuar de manera impulsiva sin tener en
cuenta las consecuencias, lo que puede llegar a perjudicarnos.
El
simple hecho de saber que las emociones existen, poder ponerles
nombres e identificar en que situaciones, con que personas o que
circunstancias se activan nos ayuda a decidir que deseamos hacer con
nuestra conducta.
Esto
no significa que no tengamos que sentir las emociones, sino todo lo
contrario: es maravilloso sentir emociones y dejarlas fluir, ya
que es lo que nos define como personas, pero podemos delimitar el
alcance que tiene sentir emociones en nuestro comportamiento y
nuestras conductas, de manera que seamos consecuentes con nosotros
mismos y eficaces con nuestros objetivos.
El
ejercicio adecuado para iniciar el trabajo de gestión emocional
consiste en iniciar una observación (a ser posible
sistematizada en forma de registro) para aprender a conocernos a
nosotros mismos respecto a nuestras emociones. Un registro que
puede ayudarnos en este proceso puede incluir las situaciones en las
que hemos sentido emociones intensas, día y hora, lugar, personas
que nos acompañaban, nombre de la emoción sentida, intensidad de la
misma (por ejemplo de 0 a 10) y las consecuencias que ha tenido
sentir esa emoción o que hemos hecho al respecto (cual ha sido
nuestra respuesta cognitiva y/o conductual a esa emoción).
Siempre
se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me
gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal.
De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.
En los
vídeos anteriores hicimos hincapié en la importancia del
autoconocimiento y en el conocimiento de nuestro flujo comunicación
con nosotros mismos con el fin de beneficiar nuestro propio bienestar
y para poder afrontar nuestro día a día de una manera más
saludable.
Explicamos
que gran parte de nuestra energía y tiempo lo dedicamos cada día
nuestros pensamientos, que en su mayoría están dedicados a las
preocupaciones, y que estas a su vez se suelen centrar en los
problemas que nos suceden o en los que nos vemos involucrados.
Teniendo
en cuenta que hay tres tipos de problemas (los que uno mismo es parte
total o parcial de la solución, los que uno no forma parte de la
solución y los problemas de los demás en los que nos sentimos
involucrados de alguna manera) en este vídeo nos vamos a centrar en
los dos últimos, que son los problemas relacionados con nuestras
emociones, y en como afrontarlos.
En
los problemas en los que no depende de nosotros la solución (por
ejemplo, la enfermedad de un familiar) la pauta más eficaz
consiste en centrarnos en la emoción que nos genera a nosotros o a
las personas que les afecta. El proceso consiste en analizar el
problema y definir las emociones que nos genera y las expresemos
abiertamente, bien a nosotros mismos para facilitar su aceptación,
bien con las personas involucradas para hacerles partícipes de lo
que nos sucede, o bien con terceras personas que nos puedan
proporcionar el apoyo emocional que precisamos. No se trata de
buscar una solución, sino de afrontar con naturalidad las emociones
que nos generan, compartirlas y facilitar que nos sintamos apoyados.
Igualmente, una manera magnífica de afrontar problemas que no tienen
solución es mostrarnos como apoyo emocional a las personas que se
ven igualmente afectadas, creando un vínculo emocional y facilitando
su procesamiento adaptativo y funcional.
En
el caso de los problemas que no nos afectan a nosotros mismos pero en
los que nos sentimos proclives a intervenir de alguna manera porque
creemos que podemos ser parte de la solución (discusión entre
dos personas cercanas a nosotros, la separación de una pareja con la
que tenemos cercanía) deberíamos mantener una posición de
prudencia, escuchando y apoyando a esas personas pero sin participar
de manera activa en el problema. ¿Por qué no deberíamos
intervenir en un problema de personas a las que apreciamos y a las
que creemos que podemos solucionar un problema entre ellas? En primer
lugar porque intervenir supone expresar una opinión o aportar unas
soluciones que están pensadas desde el “Yo”, y como ya hemos
señalado en múltiples ocasiones, cada persona piensa, siente y vive
de una manera diferente las situaciones, por lo que lo que uno opina
o haría en una situación conflictiva no tiene porque ser la mejor
opción para otra persona. Incluso con la mejor intención podemos
aportar puntos de vista o soluciones que no les ayuden o que
magnifiquen el problema. En segundo lugar, y no menos importante,
porque muchas veces un problema entre esas otras personas se acaba
resolviendo (mejor o peor) y al final uno acaba siendo perjudicado
por haber expresado su opinión o una crítica sobre las personas
implicadas o sus comportamientos. Lo ideal es mostrar nuestra mejor
capacidad de escucha y apoyo pero minimizando la intervención
directa en ellos, para que sean las personas directamente implicadas
quienes lo resuelvan.
De
todas maneras, sea cual sea el problema del que tratemos,
siempre que nos supere la situación o nos encontremos con
dificultades para afrontarlo, deberíamos acudir al
profesional adecuado para recibir la ayuda necesaria. Por
ejemplo, si tenemos un problema de cañerías acudimos a un
fontanero, si tenemos un problema de electricidad acudimos al
electricista y si tenemos un problema sobre problemas, personas,
conductas, pensamientos o emociones deberíamos acudir al profesional
adecuado, que en este caso sería el psicólogo. Este
profesional nos va a aportar una visión externa, mayor perspectiva,
va a analizar el problema con detalle y nos va a proporcionar pautas
adecuadas para resolver y/o afrontar el problema. Lo que suele
suceder es que como todos tenemos problemas pensamos que cualquiera
puede ser un buen aliado para solucionar los nuestros, cuando la
realidad es que al acudir a una persona que no es un profesional en
la resolución de problemas lo que nos va a facilitar es su opinión
y soluciones desde la visión parcial de su manera de pensar, sentir
y vivir, que no tiene porque ser la nuestra ni la más adecuada. Se
trata de ser prudentes con quien compartimos nuestros problemas, ya
que nuestra familia y amigos pueden ser una gran fuente de empatía y
apoyo, pero no siempre tienen la imparcialidad o los conocimientos
para ayudarnos de una manera eficaz.
Finalmente
cabe realizar una reflexión que nos puede ayudar a tomar
decisiones en cualquier situación que nos genere malestar o
preocupación, y es que nos preguntemos si esta situación nos la
planteara que le está pasando a la persona que más queremos ¿qué
le diríamos? El porque de esta pregunta es muy sencillo: nos es
mucho más sencillo valorar un problema cogiendo perspectiva y
buscando lo mejor para esa persona. No tenemos que querer menos
para nosotros mismos que para la persona que más queremos en el
mundo, ya que si no buscamos lo mejor para nosotros mismos no
podemos estar bien nosotros ni con nosotros mismos ni con los demás.
Como
ejercicios para aplicar en nuestra vida cotidiana a partir de
lo aprendido en el vídeo tenemos los siguientes:
Ante
problemas de los que la solución no depende de nosotros (o
no la tiene) buscamos la expresión natural y sana de nuestras
emociones, facilitando sentirnos apoyados y apoyar a los demás.
Ante
los problemas de los demás nos mantenemos prudentes
en nuestra intervención práctica (dar opiniones o pautas) y
facilitamos nuestro apoyo a las personas involucradas.
Ante
cualquier tipo de problema en el que se nos presente una duda
sobre cómo actuar preguntarnos a nosotros: si este problema le
estuviera ocurriendo a la persona que más quiero, ¿qué le diría?
Ante
cualquier tipo de problema que excede nuestra capacidad de
afrontamiento buscar ayuda de un profesional que nos
aporte perspectiva y posibles soluciones.
De
esta manera estamos facilitando un afrontamiento funcional de
nuestros problemas y un apoyo emocional a las personas que padecen
problemas, beneficiando nuestro propio bienestar y el de las
personas que nos rodean, acercándonos cada vez un poquito más al
gran objetivo de nuestras vidas: SER FELICES.
Siempre
se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me
gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal.
De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.
La comunicación que tenemos con nosotros mismos, ese flujo de pensamiento que nos acompaña durante todo el día, es importante porque invertimos en él tiempo y energía.
Las
temáticas que más nos absorben suelen ser las tareas
pendientes (cuestión que ya tratamos en el vídeo anterior) y
las preocupaciones. Dentro de las preocupaciones habituales
los grandes protagonistas suelen ser los problemas: solemos
dedicar mucho tiempo a interpretar la conducta de los demás en
función de nuestra conducta, intentando dar una explicación o
justificación a la conducta de los demás sin ser esas personas.
Teniendo en cuenta que nadie piensa, ni siente ni actúa igual no
deberíamos hacerlo (o por lo menos no tan a menudo) porque da lugar
a error, y con ello a problemas no deseados.
La
pauta adecuada cuando sucede que tenemos un problema, y parte del
problema es la interpretación que le estamos dando a la conducta de
otra persona, consiste en preguntar a esa otra persona para resolver
la duda y deshacer parte (o todo) del problema. Debemos aceptar que
nadie tiene una bola de cristal para adivinar las causas de las
conductas de los demás. Más vale preguntar y parecer tonto una
vez que no preguntar y parecer tonto siempre por estar interpretando
situaciones y a las personas desde una perspectiva equivocada, que es
a partir de nosotros mismos cuando lo que pretendemos es dar un
significado a la conducta de otra persona y actuamos en función de
ese significado y no del propósito real de esa otra persona.
Siempre
que tengamos una duda sobre la conducta, la actitud o el pensamiento
de otra persona lo mejor que podemos hacer es preguntar para resolver
esa duda y dejar de consumir parte de nuestro flujo de pensamiento,
de nuestras energías y tiempo, evitando que nos lleve a un error y,
por lo tanto, a un problema.
Hay
tres tipos básicos de problemas:
Problemas
en los que la solución depende total o parcialmente de mí
Problemas
en los que la solución no depende de mí
Problemas
de otras personas, no propios, en los que uno considera que puede
aportar algo o intervenir de alguna manera en la solución.
Centrándonos
en el primer tipo de problema (en el que la solución depende de mí)
cuando se presenta este tipo de situación debemos plantearnos en qué
consiste el problema en sí para centrarme en buscar soluciones.
Normalmente la solución a la mayoría de este problemas consiste en
ponernos en contacto con las personas implicadas y, a través de la
negociación, alcanzar un acuerdo satisfactorio para todos o,
por lo menos, sentirnos lo mejor posible con nosotros mismos por
haber mantenido una actitud productiva de buscar soluciones con las
personas adecuadas.
Como
conclusiones del vídeo de hoy os ofrezco dos ejercicios para
realizar:
El
primero de ellos es que, ante la duda sobre la conducta de otra
persona, le preguntemos a esa persona para facilitar el
entendimiento mutuo
Y
que, en el caso de problemas en los que la solución depende
total o parcialmente de mí, desgranemos el problema en partes
pequeñas y lo hablemos directamente con las personas implicadas con
el objetivo de buscar soluciones. En vez de centrarnos en el
problema y darle vueltas y más vueltas, dedicamos nuestro
esfuerzo y energía a buscar soluciones, de manera que seamos
más eficaces y productivos.
De
esta manera estamos facilitando que nuestro flujo de pensamiento
sea funcional y beneficiamos nuestro propio bienestar y
el de las personas que nos rodean, acercándonos cada vez un poquito
más al gran objetivo de nuestras vidas: SER FELICES.
Siempre
se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me
gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal.
De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.
En los vídeos anteriores hemos empezado a valorar la importancia que tiene en nuestra vida cotidiana la comunicación con los demás, y en el vídeo justo anterior a éste hemos comentado la importancia del autoconocimiento, o conocimiento de uno mismo, a través de nuestra percepción de nosotros mismos y de las personas que nos rodean. En el vídeo de hoy vamos a profundizar en nuestro propio flujo de pensamientos: en como nos comunicamos con nosotros mismos.
Nos
pasamos el día “hablando con nosotros mismos”, pensando cosas a
las que a veces prestamos mucha atención, y otras veces no. Si
estuviéramos todo el tiempo prestando atención a lo que pensamos
sería una pérdida de tiempo y recursos muy importante que nos
impediría tener una relación normalizada o funcional con nuestro
entorno. Sin embargo es necesario saber que ese flujo de
pensamiento existe y que a en ocasiones nos supone una limitación
en la vida cotidiana porque nos afecta a nivel cognitivo y
emocional, influyendo en nuestra conducta.
¿Cómo
nos podemos conocer mejor a través de conocer como nos comunicamos
con nosotros mismos? En primer lugar sabiendo sobre qué
“hablamos” con nosotros mismos. Normalmente hay dos temas
principales de conversación en nuestro flujo de pensamientos
internos:
Las
tareas pendientes
Las
preocupaciones, que consiste en dar vueltas a los
acontecimientos pasados que nos afectan a nivel emocional, y a los
posibles acontecimientos futuros que nos generan incertidumbre, y
por ello, cierto malestar.
La
pauta más eficaz para gestionar nuestro propio flujo de pensamiento
consiste en hacer listas. En el primer caso, para las tareas
pendientes, porque el hecho de sacarlas de nuestro pensamiento para
apuntarlas y dejarlas previstas como tarea “real” en un horario o
calendario semiestructurado, hace que automáticamente dejemos de
darle vueltas (porque ya está programada y ordenada para
hacerse en algún momento y algún lugar establecidos).
En
caso de las preocupaciones, a pesar de que sea un poco más
complicado porque solemos darles vueltas a las cosas que nos han
generado malestar más que a las que nos han generado bienestar, la
mejor pauta para gestionarlas también es recurrir a las listas:
podemos redactar (en papel, en el móvil, o en cualquier formato que
nos sea accesible) cual es la preocupación concreta a la que damos
vueltas en nuestra cabeza, qué personas están implicadas, qué nos
hace sentir, si queremos o no hacer algo al respecto, qué
alternativas podemos valorar para actuar, etc. De esta manera
enseñamos a nuestro cerebro que las preocupaciones forman parte
de nuestra vida cotidiana, y nuestro flujo de pensamiento, y que
podemos estructurarlas de una manera productiva, de manera que
nos restan las energías y el tiempo imprescindible para procesarlas
y ponerles solución, si es necesario.
Así
no nos preocupamos de una manera espontánea y poco adaptativa
(dedicando horas y horas a dar vueltas a situaciones reales o no,
pasadas, presentes o posibles futuras), si no que trabajamos para
generar un hábito de pre-ocuparse únicamente de aquello que
merece la pena y elaborando una serie de informaciones que nos ayudan
a resolver situaciones o estados emocionales de manera efectiva y
eficaz. Todo ello nos acerca al gran objetivo de nuestras vidas: SER
FELICES.
Siempre se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal. De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.
Si consideras que los problemas de tu vida cotidiana o tus preocupaciones son difíciles de gestionar, no olvides que nadie nos ha enseñado a hacerlo y que si necesitas ayuda estamos a tu disposición en el teléfono 681 372 373 y el e-mail serfelizbelenmartin@gmail.com.