14 DÍAS PARA CONOCERTE MEJOR SER FELIZ – BELÉN MARTÍN
El crecimiento personal es uno de los procesos más hermosos al que puede aspirar un ser humano. Y cualquier trabajo de crecimiento personal por fuerza tiene que pasar por una etapa inicial de autoconocimiento. Tal como indica uno de los principios básicos de la psicología científica: sólo se puede modificar lo que se conoce y se ha observado.
Por ello en estos tiempos en los que la tendencia es mirar hacia afuera (por ejemplo, observar más lo que hacen los demás que lo que hace uno mismo, o focalizar nuestro control en los sucesos externos en vez de lo que nos sucede por dentro) desde SER FELIZ – BELÉN MARTÍN te propongo una serie de ejercicios para mirar hacia dentro y ayudarte a conocerte mejor a ti mismo/a a través de una serie de 14 ejercicios que se te proporcionarán (uno al día) durante 14 días.
El precio de la serie de ejercicios es de 40€.
Disfrutar de esta nueva experiencia es tan fácil como escribir un mensaje por WhatsApp al teléfono 681 372 373, indicando «Autoconocimiento», tu nombre completo y DNI (o NIE) o rellenar el formulario que aparece a continuación. Se te proporcionarán los datos de pago y las instrucciones para poder comenzar tu propio viaje interior. Se adapta total y absolutamente a tu calendario, ya que la inscripción permanece abierta sin fechas de inicio o finalización. El material que recibes no tiene caducidad: podrás utilizarlo a lo largo de tu vida cuantas veces desees.
Aprovecho para mandaros un abrazo lleno de cariño y fuerza,
Nuestra
corriente de pensamiento tiene un tema estrella en el que
invertimos mucho tiempo y esfuerzo. Este tema recurrente es nuestro
propio comportamiento (lo que nos sucede cada día y lo que
hacemos al respecto).
Nos
preocupa mucho nuestro comportamiento principalmente porque nos ayuda
a interpretarnos a nosotros mismos, la imagen que damos a los demás
y sentir que lo que hacemos está bien.
Hay
dos factores que influyen en gran medida en como hablamos con
nosotros mismos sobre nosotros mismos:
El
primero de ellos es que en nuestra sociedad está popularizada la
comunicación en negativo, centrada en el error y la crítica.
Esto se da por aprendizaje desde las edades más tempranas, en las
que se tiende a reñir a los más pequeños cuando su conducta no
es la deseada, pero no se explica con claridad y paciencia la
conducta deseada ni se premia cuando se realiza (se da por supuesto
que cuando se hace bien es lo que se tiene que hacer). Por ello la
tendencia es a fijarnos en las conductas erróneas o lo que hacemos
mal, porque lo hemos interiorizado a través de la repetición como
hábito, y esto se traduce en que la comunicación con nosotros
mismos está protagonizada por lo que consideramos nuestros
errores, lo que hacemos mal o lo criticable, sin dedicar apenas
tiempo o esfuerzo a lo que hacemos bien, nuestros aciertos o
nuestras conductas adecuadas. Una pauta que nos puede ayudar
a mejorar la comunicación con nosotros mismos consiste en ser
realistas: expresar los mensajes sobre nuestras conductas
equivocadas, erróneas o criticables pero también expresarnos
nuestras conductas adecuadas, correctas y dignas de alabanza,
equilibrando de esta manera las huellas emocionales positivas y
negativas que generamos en nuestro cerebro sobre nosotros
mismos.
El
segundo factor que influye notablemente en como nos
comunicamos con nosotros mismos es la dificultad para afrontar
la frustración cuando nos equivocamos. Procesar los errores
como un estigma y asociarlos a nosotros mismos nos perjudica en
gran medida, ya que no nos permite procesar el concepto de error
como algo inevitable, normal y fuente de muchos de los aprendizajes
necesarios para la vida cotidiana. Si no nos equivocamos no
podemos aprender. Una pauta que nos ayuda al respecto sería
aceptar el error y las equivocaciones, y dedicar el tiempo
proporcional al pensamiento sobre las situaciones negativas que nos
rodean y equilibrarlo con las positivas (que son la mayoría, y no
estamos acostumbrados a focalizar y son tan o más importantes que
las negativas, sobretodo a nivel emocional y motivacional).
Como
reflexión y pauta final podemos intentar vivir los errores
como una fuente natural de aprendizaje, maximizar el tiempo y la
intensidad de los pensamientos en positivo sobre uno mismo, y
generalizar este comportamiento a los pensamientos sobre los demás y
sobre el mundo que nos rodea. A ser posible deberíamos intentar
redirigir las conversaciones (que hoy en día son la gran
mayoría) sobre lo que va mal, las dificultades, la crítica
indiscriminada y lo negativo, hacia una perspectiva más positiva,
de manera que generemos huellas de memoria positivas tanto en
nosotros mismos como con los demás, y además permitirnos apreciar
las pequeñas (y grandes) cosas, situaciones y personas maravillosas
que nos rodean. Esto permite tener más buenas sensaciones y más
energía a lo largo del día, e irnos a descansar por la noche con
mayor bienestar, acercándonos al objetivo final de SER un poquito
más FELICES.
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se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me
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De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.
En los
vídeos anteriores hicimos hincapié en la importancia del
autoconocimiento y en el conocimiento de nuestro flujo comunicación
con nosotros mismos con el fin de beneficiar nuestro propio bienestar
y para poder afrontar nuestro día a día de una manera más
saludable.
Explicamos
que gran parte de nuestra energía y tiempo lo dedicamos cada día
nuestros pensamientos, que en su mayoría están dedicados a las
preocupaciones, y que estas a su vez se suelen centrar en los
problemas que nos suceden o en los que nos vemos involucrados.
Teniendo
en cuenta que hay tres tipos de problemas (los que uno mismo es parte
total o parcial de la solución, los que uno no forma parte de la
solución y los problemas de los demás en los que nos sentimos
involucrados de alguna manera) en este vídeo nos vamos a centrar en
los dos últimos, que son los problemas relacionados con nuestras
emociones, y en como afrontarlos.
En
los problemas en los que no depende de nosotros la solución (por
ejemplo, la enfermedad de un familiar) la pauta más eficaz
consiste en centrarnos en la emoción que nos genera a nosotros o a
las personas que les afecta. El proceso consiste en analizar el
problema y definir las emociones que nos genera y las expresemos
abiertamente, bien a nosotros mismos para facilitar su aceptación,
bien con las personas involucradas para hacerles partícipes de lo
que nos sucede, o bien con terceras personas que nos puedan
proporcionar el apoyo emocional que precisamos. No se trata de
buscar una solución, sino de afrontar con naturalidad las emociones
que nos generan, compartirlas y facilitar que nos sintamos apoyados.
Igualmente, una manera magnífica de afrontar problemas que no tienen
solución es mostrarnos como apoyo emocional a las personas que se
ven igualmente afectadas, creando un vínculo emocional y facilitando
su procesamiento adaptativo y funcional.
En
el caso de los problemas que no nos afectan a nosotros mismos pero en
los que nos sentimos proclives a intervenir de alguna manera porque
creemos que podemos ser parte de la solución (discusión entre
dos personas cercanas a nosotros, la separación de una pareja con la
que tenemos cercanía) deberíamos mantener una posición de
prudencia, escuchando y apoyando a esas personas pero sin participar
de manera activa en el problema. ¿Por qué no deberíamos
intervenir en un problema de personas a las que apreciamos y a las
que creemos que podemos solucionar un problema entre ellas? En primer
lugar porque intervenir supone expresar una opinión o aportar unas
soluciones que están pensadas desde el “Yo”, y como ya hemos
señalado en múltiples ocasiones, cada persona piensa, siente y vive
de una manera diferente las situaciones, por lo que lo que uno opina
o haría en una situación conflictiva no tiene porque ser la mejor
opción para otra persona. Incluso con la mejor intención podemos
aportar puntos de vista o soluciones que no les ayuden o que
magnifiquen el problema. En segundo lugar, y no menos importante,
porque muchas veces un problema entre esas otras personas se acaba
resolviendo (mejor o peor) y al final uno acaba siendo perjudicado
por haber expresado su opinión o una crítica sobre las personas
implicadas o sus comportamientos. Lo ideal es mostrar nuestra mejor
capacidad de escucha y apoyo pero minimizando la intervención
directa en ellos, para que sean las personas directamente implicadas
quienes lo resuelvan.
De
todas maneras, sea cual sea el problema del que tratemos,
siempre que nos supere la situación o nos encontremos con
dificultades para afrontarlo, deberíamos acudir al
profesional adecuado para recibir la ayuda necesaria. Por
ejemplo, si tenemos un problema de cañerías acudimos a un
fontanero, si tenemos un problema de electricidad acudimos al
electricista y si tenemos un problema sobre problemas, personas,
conductas, pensamientos o emociones deberíamos acudir al profesional
adecuado, que en este caso sería el psicólogo. Este
profesional nos va a aportar una visión externa, mayor perspectiva,
va a analizar el problema con detalle y nos va a proporcionar pautas
adecuadas para resolver y/o afrontar el problema. Lo que suele
suceder es que como todos tenemos problemas pensamos que cualquiera
puede ser un buen aliado para solucionar los nuestros, cuando la
realidad es que al acudir a una persona que no es un profesional en
la resolución de problemas lo que nos va a facilitar es su opinión
y soluciones desde la visión parcial de su manera de pensar, sentir
y vivir, que no tiene porque ser la nuestra ni la más adecuada. Se
trata de ser prudentes con quien compartimos nuestros problemas, ya
que nuestra familia y amigos pueden ser una gran fuente de empatía y
apoyo, pero no siempre tienen la imparcialidad o los conocimientos
para ayudarnos de una manera eficaz.
Finalmente
cabe realizar una reflexión que nos puede ayudar a tomar
decisiones en cualquier situación que nos genere malestar o
preocupación, y es que nos preguntemos si esta situación nos la
planteara que le está pasando a la persona que más queremos ¿qué
le diríamos? El porque de esta pregunta es muy sencillo: nos es
mucho más sencillo valorar un problema cogiendo perspectiva y
buscando lo mejor para esa persona. No tenemos que querer menos
para nosotros mismos que para la persona que más queremos en el
mundo, ya que si no buscamos lo mejor para nosotros mismos no
podemos estar bien nosotros ni con nosotros mismos ni con los demás.
Como
ejercicios para aplicar en nuestra vida cotidiana a partir de
lo aprendido en el vídeo tenemos los siguientes:
Ante
problemas de los que la solución no depende de nosotros (o
no la tiene) buscamos la expresión natural y sana de nuestras
emociones, facilitando sentirnos apoyados y apoyar a los demás.
Ante
los problemas de los demás nos mantenemos prudentes
en nuestra intervención práctica (dar opiniones o pautas) y
facilitamos nuestro apoyo a las personas involucradas.
Ante
cualquier tipo de problema en el que se nos presente una duda
sobre cómo actuar preguntarnos a nosotros: si este problema le
estuviera ocurriendo a la persona que más quiero, ¿qué le diría?
Ante
cualquier tipo de problema que excede nuestra capacidad de
afrontamiento buscar ayuda de un profesional que nos
aporte perspectiva y posibles soluciones.
De
esta manera estamos facilitando un afrontamiento funcional de
nuestros problemas y un apoyo emocional a las personas que padecen
problemas, beneficiando nuestro propio bienestar y el de las
personas que nos rodean, acercándonos cada vez un poquito más al
gran objetivo de nuestras vidas: SER FELICES.
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En los vídeos anteriores hemos empezado a valorar la importancia que tiene en nuestra vida cotidiana la comunicación con los demás, y en el vídeo justo anterior a éste hemos comentado la importancia del autoconocimiento, o conocimiento de uno mismo, a través de nuestra percepción de nosotros mismos y de las personas que nos rodean. En el vídeo de hoy vamos a profundizar en nuestro propio flujo de pensamientos: en como nos comunicamos con nosotros mismos.
Nos
pasamos el día “hablando con nosotros mismos”, pensando cosas a
las que a veces prestamos mucha atención, y otras veces no. Si
estuviéramos todo el tiempo prestando atención a lo que pensamos
sería una pérdida de tiempo y recursos muy importante que nos
impediría tener una relación normalizada o funcional con nuestro
entorno. Sin embargo es necesario saber que ese flujo de
pensamiento existe y que a en ocasiones nos supone una limitación
en la vida cotidiana porque nos afecta a nivel cognitivo y
emocional, influyendo en nuestra conducta.
¿Cómo
nos podemos conocer mejor a través de conocer como nos comunicamos
con nosotros mismos? En primer lugar sabiendo sobre qué
“hablamos” con nosotros mismos. Normalmente hay dos temas
principales de conversación en nuestro flujo de pensamientos
internos:
Las
tareas pendientes
Las
preocupaciones, que consiste en dar vueltas a los
acontecimientos pasados que nos afectan a nivel emocional, y a los
posibles acontecimientos futuros que nos generan incertidumbre, y
por ello, cierto malestar.
La
pauta más eficaz para gestionar nuestro propio flujo de pensamiento
consiste en hacer listas. En el primer caso, para las tareas
pendientes, porque el hecho de sacarlas de nuestro pensamiento para
apuntarlas y dejarlas previstas como tarea “real” en un horario o
calendario semiestructurado, hace que automáticamente dejemos de
darle vueltas (porque ya está programada y ordenada para
hacerse en algún momento y algún lugar establecidos).
En
caso de las preocupaciones, a pesar de que sea un poco más
complicado porque solemos darles vueltas a las cosas que nos han
generado malestar más que a las que nos han generado bienestar, la
mejor pauta para gestionarlas también es recurrir a las listas:
podemos redactar (en papel, en el móvil, o en cualquier formato que
nos sea accesible) cual es la preocupación concreta a la que damos
vueltas en nuestra cabeza, qué personas están implicadas, qué nos
hace sentir, si queremos o no hacer algo al respecto, qué
alternativas podemos valorar para actuar, etc. De esta manera
enseñamos a nuestro cerebro que las preocupaciones forman parte
de nuestra vida cotidiana, y nuestro flujo de pensamiento, y que
podemos estructurarlas de una manera productiva, de manera que
nos restan las energías y el tiempo imprescindible para procesarlas
y ponerles solución, si es necesario.
Así
no nos preocupamos de una manera espontánea y poco adaptativa
(dedicando horas y horas a dar vueltas a situaciones reales o no,
pasadas, presentes o posibles futuras), si no que trabajamos para
generar un hábito de pre-ocuparse únicamente de aquello que
merece la pena y elaborando una serie de informaciones que nos ayudan
a resolver situaciones o estados emocionales de manera efectiva y
eficaz. Todo ello nos acerca al gran objetivo de nuestras vidas: SER
FELICES.
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Si consideras que los problemas de tu vida cotidiana o tus preocupaciones son difíciles de gestionar, no olvides que nadie nos ha enseñado a hacerlo y que si necesitas ayuda estamos a tu disposición en el teléfono 681 372 373 y el e-mail serfelizbelenmartin@gmail.com.
El
“Yo” es el autoconcepto que tenemos de nosotros mismos. En
muchas ocasiones creemos que nos conocemos muy bien, que sabemos como
nos ven los demás y como nos comunicamos. Sin embargo esto no es
siempre así: solemos tener un autoconcepto propio que difiere del
concepto que tienen otras personas sobre nosotros. Ésto hace que el
autoconcepto de cada uno esté limitado a su única perspectiva.
Con
anterioridad ya habíamos planteado una serie de ejercicios
para ayudarnos a conocernos mejor, tales como mirarnos en el
espejo y hablar con uno mismo para que ver lo que los demás ven
(porque nosotros no nos vemos prácticamente en todo el día) y
grabarnos en audio y/o vídeo para poder observar nuestros
comportamientos.
En el
vídeo de hoy te planteo un ejercicio diferente y más específico
que te ayudará a conocerte mejor y te permitirá hacer una reflexión
sobre tu autoconocimiento a través de como te ves y como te ven los
demás. Consiste en que apuntes un listado de diez características
tuyas, que pueden ser tanto positivas como negativas, y pueden
referirse a categorías diferentes (psicológicas, físicas,
emocionales o de conducta), y después le pides a personas de tu
entorno que realicen un listado de diez características que te
definan. A ser posible selecciona personas de diferentes ámbitos de
tu vida (amistades, trabajo, ocio, familia, etc.) para que englobes
diferentes perspectivas y tengas una visión más amplia de como te
ven los demás.
Con
mucha probabilidad el listado que tú hayas realizado y el que hayan
hecho los demás sobre ti no coincidan, al igual que
seguramente no coincidirán los listado de características que hayan
hecho sobre ti las diferentes personas.
Esto
sucede porque no “somos” exactamente igual, ni nos comportamos
igual en los diferentes ámbitos de nuestra vida, lo cual es
indicativo de la flexibilidad de nuestro comportamiento según con
quien estemos, donde y en que circunstancias.
Una
vez que hayamos realizado el ejercicio nos ayudará a conocernos
mejor a través del autoanálisis que hayamos hecho de nosotros
mismos y, además, de la descripción que nos han aportado los demás.
De esta manera podemos elegir de todas las características
que hemos recopilado (propias y ajenas) las que más nos gustan o que
consideramos nuestras fortalezas para potenciarlas, y
poder seleccionar las que no nos gustan o que consideramos poco
deseables para modificarlas.
Se
trata de un ejercicio de crecimiento personal a través de la
visión del “Yo” desde uno mismo, complementada con la visión
del “Yo” que nos aportan las personas cercanas de nuestro
entorno.
A
medida que nos conocemos mejor aumenta nuestro bienestar con
nosotros mismos y nos ayuda a sentirnos más a gusto con las personas
que nos rodean (y viceversa), de manera que nos acercamos un poquito
más al objetivo de SER FELICES.