
No todos los días son maravillosos…

Los menores de edad cada vez tienen mayor acceso a las nuevas tecnologías, en especial a los móviles, las tablets, las consolas y los ordenadores. Este contacto tiene lugar cada vez a edades más tempranas y durante más tiempo.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística en su encuesta anual sobre equipamiento y uso de las tecnologías de la información y la comunicación en los hogares invitan a una profunda reflexión cuando ponen de manifiesto que el acceso a internet de los menores de entre 10 y 15 años alcanza el 92% de los usuarios, que esta cifra se incrementa hasta el 96% a partir de los 13 años, y que casi un 70% de ellos disponen de su propio teléfono móvil.
Por una parte tenemos la gran ventaja de que los niños y jóvenes tienen una gran disponibilidad de información, conexión social y opciones de ocio a su alcance pero otra parte sucede que no necesariamente saben manejar, hacer un uso seguro o tienen los recursos para afrontar los riesgos que pueden suponer por ejemplo la sobreexposición, las adicciones a los vídeo juegos o las redes sociales, o el ciberbullying.
Si tu hij@ ya se conecta a internet y hace uso de las diferentes tecnologías la mejor manera de prevenir problemas y riesgos es que los padres y madres nos informemos y que adoptemos una actitud educativa sobre tecnologías con nuestros hijos.
Prohibir o castigar con el uso de las tecnologías no es una solución ni recomendable ni útil a medio o largo plazo. Vale más la pena dedicar un tiempo a formarse en cómo funcionan las herramientas digitales y las redes sociales en las que se mueven nuestros hijos para poder enseñarles a ellos a hacer un uso responsable y funcional.
Hay una serie de comportamientos que te pueden ayudar a favorecer un uso responsable y seguro de internet, y a su vez tu relación con ellos:
Con estos consejos y recomendaciones os animamos a tener una actitud positiva ante el reto que supone incorporar las tecnologías de la información, las redes sociales y el ocio tecnológico a nuestras vidas con naturalidad y seguridad, fomentando la unión y el bienestar familiar.
Si te surgen dudas sobre cómo afrontar la incorporación de las nuevas tecnologías en la vida de tus hijos, no dudes en consultarnos en el teléfono 681 372 373 o en el e-mail serfelizbelenmartin@gmail.com
En SER FELIZ somos expertos en educación familiar.
Sabiendo que nuestro bienestar depende en gran medida de las estrategias de comunicación que utilizamos con nosotros mismos y con los demás podemos aprender a analizar los procesos comunicativos para ayudarnos a mejorarlos.
La comunicación consta de tres aspectos claves:
Para incorporar pautas eficaces de comunicación a nuestro repertorio básico de conductas en esta ocasión vamos a trabajar tres aspectos básicos: la mirada, la postura y la distancia.
Respecto a la mirada es importante tener en cuenta que el porcentaje más adecuado para mantener una comunicación fluida es alternar un 50% de mirada directa a los ojos y el otro 50% repartido alrededor del rostro (“aura”).
Por lo que concierne a la postura cabe destacar que inclinar ligeramente el cuerpo hacia la persona con la que hablamos denota interés, mientras que echarse hacia atrás manifiesta desinterés o rechazo. Asimismo si deseamos demostrar apertura y comodidad (y facilitar que la otra persona se sienta atendida) podemos mantener los brazos abiertos a ambos lados del cuerpo (o sobre las piernas si estamos sentados) con las palmas de las manos abiertas y mirando hacia arriba.
Para terminar, la distancia es un aspecto de la comunicación que depende en gran medida de la cultura: en sociedades mediterráneas la distancia considerada adecuada en una conversación cotidiana es de aproximadamente un metro. Sin embargo en sociedades más “frías” (por ejemplo en el norte de Europa o en Inglaterra) los cánones de educación implican que esa distancia sea más amplia (de 1,20 metros a 1,50 metros) ya que si una de las personas se aproxima más puede considerarse una invasión del espacio personal. En culturas más “calientes” (por ejemplo, sur de América) las distancias se acortan y el contacto físico más habitual. La distancia va a depender mucho de la persona con la que hablamos, su procedencia, el grado de confianza y el contexto en el que nos encontramos. Un truco ante situaciones en las que dudamos si una distancia es adecuada en una conversación es avanzar unos centímetros discretamente hacia la persona con la que nos comunicamos y ver si la persona se mantiene en su posición. Si percibimos que la persona recula o se va hacia atrás, debemos retroceder para acomodar la distancia.
A partir de ahora podemos observar si nuestras conductas comunicativas en lo que respecta a la mirada, la postura y la distancia nos eficaces. Si lo son nos podemos felicitar por ello, y si no lo son y deseamos modificarla podemos establecer un plan de cambio dividiendo la conducta en conductas más pequeñas (microconductas) e intentando cambiar cada vez una microconducta, en una circunstancia, con una persona en concreto e ir repitiendo hasta incorporar estos cambios como hábitos para después poder generalizarlos a más contextos.
De esta manera maximizamos las posibilidades de ser eficaces en nuestros comportamientos comunicativos y sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás, acercándonos a nuestro gran objetivo de SER FELICES.