El Protocolo Unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales (PU) es una intervención cognitivo-conductual basada en regulación emocional para personas con trastornos emocionales.
El grupo de trastornos emocionales incluye los trastornos de ansiedad (trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, ansiedad social, agorafobia), trastornos relacionados con el trauma y estrés, trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados, trastornos del estado de ánimo unipolar (trastorno depresivo mayor y distimia), y otros trastornos relacionados (p.ej., trastornos de la conducta alimentaria).
Las personas con diagnóstico de trastornos emocionales tienen en común tres características fundamentales:
1- La vivencia de emociones intensas yfrecuentes como la ansiedad, la tristeza, la culpa o el enfado;
2- La reacción aversiva ante las experiencias emocionales (p.ej., “no lo voy a soportar”, “si lo pienso es porque lo podría hacer”, “soy una persona débil”); y
3- El intento de escape o huida de las experiencias emocionales habitualmente a través de conductas emocionales (evitación abierta, cognitiva, sutil, señales de seguridad y conductas impulsadas por la emoción).
Para Brown y Barlow, el alto neuroticismo y la baja extraversión (vulnerabilidad biológica generalizada), estarían relacionadas con la etiología y mantenimiento de los trastornos emocionales. Además de estas variables temperamentales, otras variables transdiagnósticas se han asociado al mantenimiento de los trastornos emocionales como el perfeccionismo, la intolerancia a la incertidumbre, la preocupación, la rumiación, la sensibilidad a la ansiedad o las dificultades en prestar atención al presente, entre otras.
El objetivo por tanto del Protocolo Unificado es identificar las estrategias de regulación emocional desadaptativas que mantienen las personas con trastornos emocionales y el entrenamiento de nuevas estrategias adaptativas. A través de varios módulos del tratamiento las personas serán capaces de entrenar diferentes habilidades de regulación emocional: conciencia emocional, flexibilidad cognitiva, identificación de conductas emocionales y propuesta de conductas alternativas, exposición interoceptiva y exposición emocional. Tras el Protocolo Unificado se espera que la persona pueda tolerar las emociones intensas desagradables sin perder de vista sus objetivos y valores.
Haciendo un símil, nuestras emociones pueden ser representadas como un caballo que en ocasiones se desboca y, como decimos en terapia, “el Protocolo Unificado te ayudará a conducir a tu caballo hasta donde tú quieras ir y no donde él quiera”.
Eficacia y eficiencia del Protocolo Unificado
En los últimos años el Protocolo Unificado ha ido acumulando mayor evidencia científica sobre su eficacia. Se han llevado a cabo diversos ensayos clínicos aleatorizados en distintos países, en su mayoría en formato individual. Los estudios han descrito disminuciones significativas en síntomas de ansiedad y depresión (tamaños del efecto medios-grandes), en síntomas específicos de cada trastorno emocional (p.ej. disminución de puntuaciones en la Escala de Gravedad para el Trastorno de Pánico), en neuroticismo, afecto negativo y desregulación emocional. Asimismo, se han descrito mejoras en calidad de vida.
Estos resultados plantean un nivel de evidencia para el Protocolo Unificado equivalente a 1+ y su nivel de recomendación sería el A, es decir, un tratamiento de primera línea de elección para el tratamiento de los trastornos emocionales.
Además de la eficacia, la eficiencia es una variable muy relevante para la mejora y diseminación de los tratamientos psicológicos basados en la evidencia. Consiste en ofrecer tratamientos psicológicos al menor coste social posible, manteniendo su eficacia. El Protocolo Unificado ha demostrado que es un tratamiento versátil para su adaptación online y grupal, dos formatos de intervención altamente coste-efectivos para los sistemas públicos y privados de salud.
¿A quién está dirigido el tratamiento transdiagnóstico mediante el Protocolo Unificado?
Actualmente existen tres modalidades de aplicación del Protocolo Unificado con evidencia científica que avala su implementación:
Sí, sí una ciencia. La psicología es la ciencia de las personas que estudia los procesos de pensamiento, las emociones, el comportamiento humano y las relaciones con el entorno físico y social.
Hay varias corrientes en psicología que determinan la manera en que se estudian todos estos conceptos, siendo la psicología cognitivo-conductual la que actualmente goza de mayor aceptación por la validez de las terapias que propone.
La psicología cognitivo-conductual lleva a cabo sus estudios a través del método científico, que establece unas normas estructuradas y sistemáticas para obtener resultados fiables y válidos.
A partir de los resultados de estos estudios plantea pautas terapéuticas para ayudar a los pacientes a resolver sus problemas y patologías, principalmente relacionados con la ansiedad, la depresión, la baja autoestima y los problemas de relaciones con otras personas (por ejemplo, en pareja o en familia).
Esto es compatible con poder enriquecer el ejercicio de la profesión con orientaciones complementarias, terapias de nueva generación, estrategias terapéuticas adaptadas a la subjetividad de cada paciente y nuevas tecnologías aplicadas a las terapias.
Por ello te animo a que cuando decidas ir a terapia elijas bien a tu psicólogo/a: no sólo tiene que ser una persona que te ofrezca un espacio para ti en el que seas el/la protagonista, se muestre empático/a y profesional, sino que además trabaje desde una perspectiva que te asegure una terapia científicamente validada.
Si deseas ampliar esta información te animo a que visites las siguientes páginas webs:
En Ser Feliz pensamos que el deporte es una de las actividades más saludables y necesarias para las personas. Además de mejorar nuestra salud física ayuda a mantener un estado de ánimo óptimo y una buena autoestima.
Para crear el hábito del deporte es importante inculcar sus valores y disciplina desde pequeños, y mantener este esfuerzo en la edad adulta.
Por todo ello el equipo de psicólogas y psiquiatra de Ser Feliz, centro sanitario especializado en Salud Mental, hemos decidido patrocinar el Club Volei Pòrtol, una entidad con muchos años de experiencia que acompaña cada temporada a cientos de niños y jóvenes en la búsqueda del equilibrio entre el autocuidado y el deporte en equipo.
Les deseamos a todos/as ellos/as una infinidad de experiencias maravillosas de la mano de un equipo directivo y unos entrenadores entregados a la causa a más no poder.
Estamos seguras de que la competición más difícil ya la han ganado: afrontar cada día con ilusión y fuerza.
Las discusiones son un elemento cotidiano en nuestras vidas. Normalmente damos por supuesto que son inevitables, pero esto no es así. Te cuento porque.
Discutir Psicología Ser Feliz
Cada persona es única y su estilo de comunicación depende en gran medida de sus experiencias vitales (que son únicas a su vez) por lo que es frecuente encontrarnos con que las mismas palabras o expresiones no son interpretadas igual por dos personas diferentes. Además, a ello se suma que la mayoría de actos comunicativos se ven muy influenciados por nuestros estados emocionales (¿no te ha pasado que has dicho algo de mala manera porque estabas nervioso, malhumorado o cansado sin tener la voluntad de decirlo de mala manera? ¿O que otra persona ha malentendido tus intenciones porque estaba enfadada o triste?).
Y por si fuera poco todo tenemos un sesgo benevolente hacia nosotros mismos: olvidamos nuestros errores pero recordamos tozudamente el daño que nos han hecho, con el agravante de que buscamos en la comunicación cualquier información que confirma nuestras ideas y descartamos la que no.
Hay multitud de estudios científicos que señalan que el principal problema en la comunicación, y el que provoca mayor número de discusiones, es la ambigüedad (que el mensaje no esté claro para todas las partes). Teniendo en cuenta que las habilidades de comunicación se pueden aprender y mejorar hay algunas pautas que nos pueden ayudar a comunicarnos y evitar las discusiones:
1. Escuchar con atención
2. Respetar a los demás
3. Preguntar lo que no se sabe o no se entiende
4. Gestionar las propias emociones para que no afecten negativamente a la comunicación
5. Mostrar empatía
6. Ser amable
Comunicarse sin discutir, tratando y siendo tratados con respeto, establece las bases de la serenidad y la felicidad.
Esta crisis sanitaria provocada por el covid-19, no solo está causando problemas físicos, económicos y sociales sinó que tambien está alterando nuestro bienestar emocional llegando a provocar un gran malestar psicológico, pudiendo derivar en algunos casos en trastornos de salud mental.
Quizás en algún momento de la pandemia, ya sea al inicio o ahora, has sentido algunos de los siguientes síntomas:
• Cansancio o agotamiento • Insomnio y problemas para dormir • Estrés e irritabilidad • Tristeza y pérdida de motivación • Dificultad para concentrarse • Agobio con la rutina de la pandemia • Desesperanza o soledad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) pone nombre al conjunto o algunos de los síntomas anteriores e introduce el concepto de fatiga pandémica para referirse a “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. El Consejo Interterritorial de Salud ha decidido redefinir el concepto de “fatiga pandémica” como “una reacción de agotamiento, que aparece de forma gradual en el tiempo, frente a una adversidad mantenida y no resuelta, que puede conducir a la alienación y a la desesperanza”.
Fatiga pandémica SER FELIZ Psicología
Es cierto, que toda esta incertidumbre por la situación que vivimos, que parece que no va acabar, el control para evitar el contagio, la continuación de las restricciones y cambios de hábitos individuales están generando un gran malestar psicológico.
¿Te sientes identificado/a? Si es así, a continuación te doy unos consejos para manejar mejor esta fatiga pandémica:
No sobreinformarse
Seguir con la rutina diaria
Mantener la mente ocupada
Ser responsable sin alarmarse
Evitar la hipervigilancia y autochequeo de síntomas
Hacer actividades agradables
No aislarse
Normalizar las emociones y los pensamientos
Cambiar el foco de atención, centrarse en el momento presente
Si no sabes cómo poner estas pautas en práctica y/o tus circunstancias actuales están afectando negativamente a tu vida cotidiana, pide ayuda psicológica a un profesional de la salud mental.
En el centro “SER FELIZ” estaremos encantados de recibirte y poder ayudarte a afrontar mejor está situación.
Los lunes para mí son un gran día porque empiezo a trabajar con mis pacientes todo lo que les he preparado con antelación. Sí, sí: preparo mi trabajo con tiempo, sobretodo las evaluaciones, los análisis funcionales de conducta y las sesiones.
¿Qué preparas qué? Sigue leyendo que te lo explico.
Como psicóloga tengo doble trabajo: el que se «ve» (que es cuando estoy con la persona en la consulta u online) y el que no se «ve» (lo que preparo en mi casa para cuando nos tenemos que ver). El que no se «ve» se estructura en tres momentos diferentes:
Cuando conozco poco a la persona tengo que preparar las preguntas adecuadas para conocerla y para que la información que exploro me ayude a entender bien quién es, cómo es, cuáles son sus inquietudes y problemas, y cómo puedo ayudarle.
Cuando la conozco un poco más (y tengo más o menos claro qué está pasando para que haya venido a terapia) preparo un análisis funcional de conducta, que es una explicación detallada de qué factores han influido en el inicio de sus problemas, qué vulnerabilidades presenta, cómo está funcionando en su vida cotidiana y porque se mantienen esos problemas en el tiempo.
Durante todo el proceso de terapia preparo las sesiones para proporcionar las herramientas adecuadas para cada persona para que sea capaz de resolver sus problemas (presentes y futuros), o, por lo menos, minimizar su impacto.
Así que los lunes para mí son un buen día porque estoy llevando a la práctica en las sesiones lo que me he preparado y que, además, me encanta: ayudar a otras personas. con cariño y dedicación.
Y en tu trabajo, ¿qué es lo que no se «ve»? Cuenta, cuenta, que te leo y te escucho.
Hace poco me comentaba una paciente adolescente que se sentía mal con ella misma. Los síntomas principales comprendían ansiedad, estado de ánimo deprimido y baja autoestima. En la evaluación nos dimos cuenta de que la causa principal de todos estos sentimientos perjudiciales para su salud estaban relacionados con las redes sociales de dos maneras diferenciadas y complementarias:
Por una parte dedicaba mucho tiempo a visualizar las redes sociales tanto de sus amistades como de personas famosas en las que, de manera indiscriminada y mayoritaria, se mostraban como personas felices y con vidas perfectas.
Por otra, y no menos importante, invertía mucho tiempo y esfuerzo en imitar esos perfiles. Se hacía una media de 20 fotos al día para finalmente elegir una o ninguna que, después de pasar por filtros y ediciones varias, compartía con el único propósito de obtener likes y comentarios positivos.
Si este fuera un caso aislado atribuiría parte del problema a las posibles vulnerabilidades de la persona, en combinación con uno o más estresores. Sin embargo este es un perfil por desgracia ya habitual en las consultas de psicología y psiquiatría. A cualquier edad, de cualquier género y en cualesquiera circunstancias, el mal uso y abuso de las redes sociales (Instagram, Tik, Tok, WhatsApp, Facebook, Snapchat, Youtube, Twitter, etc.) generan una elevada ansiedad, miedos a nivel social, tristeza, malestar general, depresión, baja autoestima y, en los casos más graves, ideación suicida. En adición esta situación se ha visto agravada por la globalización digital y la pandemia por COVID-19, ya que en gran medida se está dependiendo de la conexión digital (tanto online como offline) para mantener el contacto con nuestros familiares y amigos, estar informados (en ocasiones, intoxicados informativamente) y estudiar/trabajar.
La pregunta clave sería ¿qué podemos hacer para evitar patologías psicológicas y psiquiátricas derivadas de este mal uso y abuso de las redes sociales? ¿Dejamos de usarlas y nos aislamos socialmente? ¿Las usamos tal como venimos haciendo sin tener en cuenta las consecuencias? Difícil, pero no imposible. Podemos informarnos e informar para favorecer un buen uso de la información, de las conexiones digitales y las redes sociales, sacarles el máximo partido, sin ser víctimas de ello. Lo que vendría siendo un uso responsable, ya que unas herramientas tan complejas y que pueden tener unas consecuencias tan serias, requieren una gran responsabilidad para hacer uso de ellas.
Os pondré un ejemplo: cualquiera de nosotros no dejaría que una persona desconocida tuviera fotos nuestras posando, de nuestros familiares, amistades, mascotas, casa o trabajo, colgadas en la pared de su vivienda. No dedicaríamos horas y horas a pasear por las casas de personas no conocemos, ni daríamos por buenas sus opiniones sin más. Tampoco pasaríamos más tiempo apoyando o criticando los comentarios de desconocidos que de las personas que comparten nuestras vidas, ni mucho menos tendríamos la necesidad de estar diciendo a cada desconocido que pasea por la calle lo que hemos desayunado, donde vamos a salir ni le preguntaríamos si le gusta o no nuestra ropa o manera de pensar. Y donde pone «desconocidos» puede complementarse con conocidos, allegados, etc. Sin embargo es lo que hacemos cada día durante muchas horas, incluso ignorando a las personas que tenemos cerca para atender a estos «desconocidos» que, en muchas ocasiones, simplemente están reproduciendo este perfil.
Para colmo, todo lo que compartimos en las redes sociales está totalmente sesgado por dos factores clave: los algoritmos de proximidad (nuestras publicaciones le salen a personas que publican cosas similares a las nuestras, sobretodo en cuanto a ideología) y la búsqueda de aprobación (que favorece que sólo publiquemos lo «bueno»). Esto implica que si nos dedicamos a publicar exclusivamente las fotos en las que salimos bien, las cosas «maravillosas» de nuestras vidas, los demás creen que siempre nos va todo bien y estamos bien. Y cuando nos pasan cosas que nos generan malestar como tristeza, miedo, enfado, asco, etc. (que por sí mismas no son malas, aunque no nos guste sentirlas tienen un componente de adaptación), como no las compartimos, no podemos recibir el apoyo, la ayuda o la comprensión de otros. Asimismo, es un bucle retroalimentado, ya que como los demás hacen lo mismo, tampoco podemos mostrarles apoyo.
Tampoco se trata de publicar sólo lo «malo» ni mucho menos: el criticismo y malestar extremo se deben tratar con un especialista y no en la marabunta digital, pues la mayoría de personas que nos «ven» o nos «leen» en las redes sociales no cuentan con unos recursos especializados para trabajarlos (como un psicólogo), y, además, generan rechazo, por lo que puede tener un efecto muy nocivo: además de sentirnos mal, sentirnos ignorados o abandonados.
La clave está en el realismo emocional: deberíamos ser capaces de mantener una relación saludable y próxima con nuestras personas queridas (y cercanas de verdad) y compartir con éstas nuestras emociones reales, sin ignorar ninguna de ellas pero sin necesidad de entrar en dramatizaciones innecesarias o absolutismos. Para el resto de personas (lo que hemos venido etiquetando como «desconocidos» porque no forman parte habitual de nuestros círculos o nuestra vida cotidiana) ¿qué consideras que podría ser sano y responsable? ¿Dejamos de compartir? ¿Seguimos compartiendo como si nada sólo lo «bueno»? Pues la respuesta más sencilla y coherente es que hacemos exactamente lo mismo: no somos dos personas diferentes. Cada uno de nosotros somos una sola persona que elije de manera consciente compartir selectivamente en las redes sociales (que puede ver cualquiera) una realidad responsable y consecuente con quienes somos en todo momento. Nuestra vida no debería depender de ninguna manera ni de lo que compartimos ni de lo que piensan los demás de ello, porque sino estamos poniendo en las manos de cualquiera nuestro propio autoconcepto, nuestra autoestima, nuestro estado de ánimo y nuestro futuro. Una opción válida es compartir sin sobreexponerse ni dejar que la exposición de los demás distorsione nuestra realidad.
Os animo a que compartáis con coherencia, dignidad y responsabilidad. Os animo al #realismoemocional que nos ayuda a ser nosotros mismos, completos, sinceros y serenos en cualquier ámbito: tanto público, como privado.
Desde SER FELIZ os deseamos que este artículo os haya sido de ayuda. Os pedimos máxima difusión (sobretodo en redes sociales para gestionar y hacer un buen uso de las propias redes sociales) y que identifiquéis vuestra colaboración en el proyecto y vuestro acto de conciencia con el hastag #realismoemocional. Contra más seamos, más posibilidades de facilitar una reflexión útil y funcional, y de crear una red de personas «redesocialmente saludables».
Aprovechamos para agradecer a la grandísima ilustradora Sonia Santandreu su colaboración inestimable: pocas personas saben transmitir emociones como tú. Gracias de corazón.
Apéndice. A continuación os enlazo unos cuantos artículos científicos sobre los efectos nocivos de un mal uso y abuso de las redes sociales a nivel psicológico que os pueden interesar.
Adicción a las redes sociales y sintomatología depresiva en universitarios. Se evidencia una correlación significativa entre las dimensiones de adicción a redes sociales y la sintomatología depresiva. Existe una relación directa en el aumento de los niveles de ambas variables en la muestra estudiada. Asimismo, cursar un ciclo de estudio inicial está asociado a la sintomatología depresiva severa. Las redes sociales podrían estar siendo utilizadas por este grupo poblacional para cubrir la baja autoestima, compensar la carencia de habilidades sociales y el aislamiento usualmente conectado a la sintomatología depresiva.
Factores de riesgo y factores de protección en la adicción a las nuevas tecnologías y redes sociales en jóvenes y adolescentes. Los síntomas del abuso de Internet son comparables a los criterios utilizados para diagnosticar otras adicciones químicas y no-químicas. Hay algunas señales de alarma que se encienden antes de que una afición se convierta en una adicción. Los principales factores de riesgo de esta adicción para los jóvenes son la vulnerabilidad psicológica, el estrés, las familias disfuncionales y la presión social. A su vez, los factores de protección están estrechamente relacionados con las habilidades de afrontamiento, el entorno social sano y el apoyo familiar.
La satisfacción con la imagen corporal : su relación con las redes sociales y la autoestima. Los resultados obtenidos indican dos relaciones significativas: a mayor uso de las redes sociales mayor es la insatisfacción corporal, y a menor autoestima, mayor es la insatisfacción corporal. Siendo la relación entre la autoestima e insatisfacción con la imagen corporal mayor que en el caso del uso de las redes sociales y la insatisfacción corporal.
Uso problemático de redes sociales 2.0 en nativos digitales: análisis bibliográfico. Los resultados mostraron que aquellos nativos digitales con carencia en habilidades sociales, con ansiedad social y baja autoestima prefieren una interacción social a través de la Red para satisfacer sus necesidades psicosociales y presentan riesgos de interferencia negativa en sus vidas cotidianas. En relación a cibernautas con ansiedad social y déficit en habilidades sociales manifiestan una preferencia por redes sociales por motivos de auto-presentación y compensación característicos de esa necesidad de aceptación y pertenencia a un grupo.
Si entendemos el “equipaje” por la mochila emocional que “cargamos” absolutamente todos y cada uno de nosotros tenemos una historia vital, una vida presente y unas expectativas de futuro que condicionan nuestra manera de vivir, pensar, sentir y actuar.
Y lo cierto es que nadie nos ha explicado nunca como afrontar el día de día con sus más y sus menos, con sus alegrías y tristezas, con sus dificultades y con sus satisfacciones.
En ocasiones es tan sólo un problema de perspectiva, de falta de conocimientos o de falta de herramientas para gestionar lo que nos acontece. Si estos problemas se acumulan acaban conformando un “equipaje” difícil de llevar: lo que sería vivir se convierte en una lucha de supervivencia diaria y continuada que no nos permite disfrutar ni ser felices.
Como si fueran poco las experiencias complicadas personales de cada uno de nosotros, estamos viviendo una pandemia mundial que conlleva una transgresión de nuestras libertades a todos los niveles. Estas privaciones, aunque sean para prevenir, protegernos y cuidarnos entre todos, nos limitan en todos los contextos y nos provocan la pérdida de contacto personal, familiar y social, la pérdida de actividades laborales y de ocio, la pérdida de roles y de identidad, y un temor totalmente válido que roza la indefensión y el miedo incrontrolado. Todo esto se traduce en dificultades psicológicas y emocionales, y en un pesado “equipaje” cada vez más pesado que llevar…
Pero al final lo importante no es llevar más o menos “equipaje”: es saber como llevarlo. La mayoría de cosas que nos suceden no las elegimos, pero podemos elegir como afrontarlas.
La psicología es la ciencia de las personas, sus emociones, sus pensamientos y sus comportamientos. Es la ciencia que nos ayuda a aprender a gestionar nuestros “equipajes”, y no sólo cuando hay un trastorno o una patología, sino siempre, porque siempre hay algo que “cargar”.
Todos deberíamos considerar ir al psicólogo como un medio para adquirir las herramientas necesarias para afrontar nuestro día a día de manera habitual. Todos deberíamos formarnos en educación emocional con el profesional adecuado para sentirnos acogidos, aceptados, apoyados y, sobretodo, eficaces para alcanzar nuestro bienestar. De esta manera nos acercamos a la tranquilidad y evitamos que los problemas cotidianos se conviertan en una losa: un “equipaje” pesado que nos arrastra al caminar y que, en ocasiones, nos impide avanzar.
El psicólogo (como educador emocional) no debería considerarse un capricho o un privilegio, y desde luego, no se trata de un recurso sólo para las personas que padecen un trastorno mental. Ir al psicólogo es un gesto de autocuidado hacia uno mismo y de cuidado hacia las personas que nos rodean.
Ojalá todos tuviéramos un psicólogo para ayudarnos a caminar nuestro camino con serenidad.
Ojalá todos pudiéramos disfrutar de la vida con “equipaje” incluido.
¡Bienvenidos de nuevo al centro Ser Feliz – Belén Martín!
A partir del próximo día 8 de junio reanudamos la actividad presencial en el centro. Para ello se ha realizado una desinfección completa del mismo y se pondrá a disposición de los usuarios gel hidroalcóholico en la entrada y papel de camilla desechable (que será cambiado tras cada sesión) en los asientos. Por supuesto, todos mantendremos la distancia de seguridad. Para evitar encuentros innecesarios las sesiones seguirán el horario establecido sin excepción. Os pedimos que seáis puntuales tanto en la llegada como en la salida. Se realizarán desinfecciones frecuentes siguiendo la normativa establecida por el Ministerio de Sanidad y Consumo.
También mantenemos la actividad online que venimos realizando para quien así lo prefiera o esté incluido en un grupo de vulnerabilidad o riesgo.
Para las personas interesadas están a vuestra disposición los talleres de crecimiento personal y educación emocional a través de mensajes, como “14 días para conocerte mejor” y “7 semanas para gestionar tus emociones” de manera que se permite a los interesados una experiencia formativa en un formato accesible, sencillo y directo, a un precio mínimo para que todo aquel que desee mejorar su bienestar lo tenga al alcance de la mano.
Para cualquier duda contacta conmigo en el teléfono 681 372 373.
Las últimas semanas han supuesto un enorme esfuerzo para todos a todos los niveles, en mi caso sobretodo en el ámbito laboral.
He dedicado horas infinitas a atender a personas en el Equipo de Soporte a la Atención Domiciliaria (ESAD) en cuidados paliativos y en duelo, tanto a los afectados, como a sus familias, como a los profesionales sanitarios que les asisten. Porque la muerte no descansa y, con coronavirus o sin coronavirus, siguen muriendo personas y nuestro objetivo como equipo es que lo hagan con dignidad, minimizando su sufrimiento y maximizando su confort. Ha sido (es, y será) una prioridad pues no hay momento más difícil, ni más necesario que este, para darles lo mejor de mí misma.
Por supuesto, también he dedicado mucho tiempo a preparar las sesiones de las personas usuarias de SER FELIZ, más del que dedicaba antes (que ya es decir), pues ante circunstancias excepcionales las demandas también lo son, y las respuestas deben estar exquisitamente preparadas y explicadas para ayudar el máximo posible. He estado (y seguiré estando) disponible para todo aquel que ha precisado apoyo, información, asistencia o formación.
Pero no sólo eso, sino que también me he replanteado las formas de ayudar en la situación que nos atañe, y he aprovechado para poner en marcha toda una serie de medidas para facilitar el acceso al servicio, como, por ejemplo, poner a disposición de todas las personas usuarias alternativas a las sesiones presenciales, potenciando el buen uso de la tecnología a través de llamadas, vídeo llamadas y seguimientos online y mediante mensajes de audio y de texto.
También he lanzado un servicio nuevo: talleres de crecimiento personal y educación emocional a través de mensajes, como «14 días para conocerte mejor» y «7 semanas para gestionar tus emociones» de manera que se permite a los interesados una experiencia formativa en un formato accesible, sencillo y directo, a un precio mínimo para que todo aquel que desee mejorar su bienestar lo tenga al alcance de la mano.
Asimismo, y con el objetivo de mejorar la calidad de mi trabajo, he aprovechado las pocas horas libres que he tenido para realizar dos formaciones universitarias a distancia para actualizar y reforzar mis conocimientos en las áreas que en el actual estado de alarma por pandemia de coronavirus se erigen como imprescindibles desde la perspectiva psicológica y terapéutica: comunicación en situaciones de urgencias y grandes emergencias, y acompañamiento e intervención en procesos de duelo.
Cabe decir que todo ello no sería posible sin el apoyo incondicional de mi familia, que comprenden mi intensa implicación laboral en este momento y me facilitan de una manera increíble que pueda realizarlo. En especial mi pareja y mis hijos, que se merecen el amor que les profeso elevado a infinitas potencias. Además debo muchos abrazos y mucho cariño a tod@s mis amig@s, que siempre están ahí, y a quienes les dedico (y les daré en su momento) unos cuantos de esos abrazos que tanto me gustan y tanto amor transmiten. Y no me olvido de todos mis compañeros de trabajo, que cada día demuestran con su labor el elevado nivel de compromiso y calidad humana que les caracteriza. Sin dudarlo puedo afirmar que sois los mejores.
Para finalizar simplemente dar las GRACIAS: a los sanitarios y no sanitarios que se entregan en cuerpo y alma en la lucha contra el virus, a los profesionales sociales, del transporte, la limpieza, el abastecimiento y muchos otros por salir a trabajar en estos momentos de vulnerabilidad, a los docentes que se dejan la piel en seguir enseñando y educando a nuestros hijos en la distancia, a los niños que se quedan en casa para protegernos a todos los demás, a los padres y madres que han multiplicado su paciencia y creatividad para hacerlo más fácil, a todos los que os quedáis en casa para frenar el contagio y, sobretodo, a los enfermos y sus familiares por ser un ejemplo de fuerza y entereza y ser el mejor motivo para respetar el confinamiento con conciencia y decisión.
Os dejo una pequeña reflexión: soy realista y no os diré que se puede SER FELIZ incondicionalmente, pero en el peor de los momentos podemos dar lo mejor de cada uno y eso ya es un motivo más que suficiente para sentirnos orgullosos y darnos un pedacito de felicidad a nosotros mismos.
Sin más, quedo a vuestra disposición y os mando un afectuoso abrazo en la distancia y muchos ánimos para sobrellevar lo mejor posible las difíciles circunstancias que nos han tocado vivir.