Artículos

SER FELIZ durante el estado de alarma

Las últimas semanas han supuesto un enorme esfuerzo para todos a todos los niveles, en mi caso sobretodo en el ámbito laboral.

He dedicado horas infinitas a atender a personas en el Equipo de Soporte a la Atención Domiciliaria (ESAD) en cuidados paliativos y en duelo, tanto a los afectados, como a sus familias, como a los profesionales sanitarios que les asisten. Porque la muerte no descansa y, con coronavirus o sin coronavirus, siguen muriendo personas y nuestro objetivo como equipo es que lo hagan con dignidad, minimizando su sufrimiento y maximizando su confort. Ha sido (es, y será) una prioridad pues no hay momento más difícil, ni más necesario que este, para darles lo mejor de mí misma.

Por supuesto, también he dedicado mucho tiempo a preparar las sesiones de las personas usuarias de SER FELIZ, más del que dedicaba antes (que ya es decir), pues ante circunstancias excepcionales las demandas también lo son, y las respuestas deben estar exquisitamente preparadas y explicadas para ayudar el máximo posible. He estado (y seguiré estando) disponible para todo aquel que ha precisado apoyo, información, asistencia o formación.

Pero no sólo eso, sino que también me he replanteado las formas de ayudar en la situación que nos atañe, y he aprovechado para poner en marcha toda una serie de medidas para facilitar el acceso al servicio, como, por ejemplo, poner a disposición de todas las personas usuarias alternativas a las sesiones presenciales, potenciando el buen uso de la tecnología a través de llamadas, vídeo llamadas y seguimientos online y mediante mensajes de audio y de texto.

También he lanzado un servicio nuevo: talleres de crecimiento personal y educación emocional a través de mensajes, como «14 días para conocerte mejor» y «7 semanas para gestionar tus emociones» de manera que se permite a los interesados una experiencia formativa en un formato accesible, sencillo y directo, a un precio mínimo para que todo aquel que desee mejorar su bienestar lo tenga al alcance de la mano.

Asimismo, y con el objetivo de mejorar la calidad de mi trabajo, he aprovechado las pocas horas libres que he tenido para realizar dos formaciones universitarias a distancia para actualizar y reforzar mis conocimientos en las áreas que en el actual estado de alarma por pandemia de coronavirus se erigen como imprescindibles desde la perspectiva psicológica y terapéutica: comunicación en situaciones de urgencias y grandes emergencias, y acompañamiento e intervención en procesos de duelo.

Cabe decir que todo ello no sería posible sin el apoyo incondicional de mi familia, que comprenden mi intensa implicación laboral en este momento y me facilitan de una manera increíble que pueda realizarlo. En especial mi pareja y mis hijos, que se merecen el amor que les profeso elevado a infinitas potencias. Además debo muchos abrazos y mucho cariño a tod@s mis amig@s, que siempre están ahí, y a quienes les dedico (y les daré en su momento) unos cuantos de esos abrazos que tanto me gustan y tanto amor transmiten. Y no me olvido de todos mis compañeros de trabajo, que cada día demuestran con su labor el elevado nivel de compromiso y calidad humana que les caracteriza. Sin dudarlo puedo afirmar que sois los mejores.

Para finalizar simplemente dar las GRACIAS: a los sanitarios y no sanitarios que se entregan en cuerpo y alma en la lucha contra el virus, a los profesionales sociales, del transporte, la limpieza, el abastecimiento y muchos otros por salir a trabajar en estos momentos de vulnerabilidad, a los docentes que se dejan la piel en seguir enseñando y educando a nuestros hijos en la distancia, a los niños que se quedan en casa para protegernos a todos los demás, a los padres y madres que han multiplicado su paciencia y creatividad para hacerlo más fácil, a todos los que os quedáis en casa para frenar el contagio y, sobretodo, a los enfermos y sus familiares por ser un ejemplo de fuerza y entereza y ser el mejor motivo para respetar el confinamiento con conciencia y decisión.

Os dejo una pequeña reflexión: soy realista y no os diré que se puede SER FELIZ incondicionalmente, pero en el peor de los momentos podemos dar lo mejor de cada uno y eso ya es un motivo más que suficiente para sentirnos orgullosos y darnos un pedacito de felicidad a nosotros mismos.

Sin más, quedo a vuestra disposición y os mando un afectuoso abrazo en la distancia y muchos ánimos para sobrellevar lo mejor posible las difíciles circunstancias que nos han tocado vivir.

Belén Martín

Comunicación eficaz

15. La gestión emocional

Una vez definidos los conceptos de emoción y motivación y como nos afectan en la vida cotidiana vamos a profundizar en las técnicas que nos pueden ayudar a mejorar nuestra gestión emocional.

El primer paso para alcanzar una gestión emocional funcional y adaptativa, enfocada en el logro de nuestros objetivos, consiste en aprender a identificar nuestras propias emociones y ponerles nombre. En muchas ocasiones nos encontramos que sentimos algo positivo o negativo pero no sabemos muy bien de qué se trata y simplemente actuamos impulsivamente en función de esa valencia.

Es imprescindible comprender que cada emoción es diferente y que podemos diferenciarlas haciendo una introspección sobre qué es lo que sentimos y cual es la causa de ese sentimiento (por ejemplo, cuando sientes un malestar inespecífico que te impulsa a actuar de malas maneras, distinguir si se trata de tristeza, enfado, miedo u otra emoción negativa y asociarla a la memoria o la situación que la ha generado para actuar en consecuencia y no ir comportándonos de manera confusa o incoherente).

Identificar emociones no es fácil en un inicio, sin embargo cuenta con la ventaja de que se trata de un aprendizaje más y que mejora con el mero hecho de repetir este acto de conciencia sobre lo que sentimos. Poner nombre a nuestras emociones genera que sea más fácil este aprendizaje ya que somos seres que basan su razonamiento y memoria en el lenguaje, que es el que nos facilita la gestión cognitiva de nuestros comportamientos.

El segundo paso para una adecuada gestión emocional pasa por aprender a asociar nuestras emociones con sucesos concretos (personas, lugares, momentos, recuerdos, etc.) de manera que identificamos huellas de memorias específicas con emociones específicas, evitando confusiones o malentendidos con uno mismo y con los demás. Aunque no siempre vamos a encontrar la causa de una emoción (a veces nos sentimos de una manera y no sabemos por qué y, a pesar de intentar encontrar su origen, no lo conseguimos) es importante al menos intentarlo el máximo de veces posible.

El tercer paso para una adecuada gestión emocional consiste en comunicar a las personas de nuestro alrededor la emoción que estamos sintiendo y la causa (si la sabemos), facilitando el entendimiento, la comprensión y la empatía para con nuestra conducta. Es vital cambiar el foco de la comunicación de lo que hace o dice la otra persona a la emoción que nos hace sentir, desculpabilizando y no juzgando los actos de los demás en función de las emociones que nosotros sentimos al respecto (por ejemplo, nos sentimos enfadados por algo que ha dicho alguien y le transmitimos que aquello que ha dicho nos hace sentir mal, cambiando el foco de lo que ha dicho a lo que sentimos, evitando que pueda sentirse culpable de nuestras emociones).

El cuarto paso para la gestión eficaz de las emociones consiste básicamente en aceptarnos como personas “sintientes”, esto es, que sentir emociones es natural y que no es malo en sí mismo, todo lo contrario: es extraordinario y fabuloso poder percibir la magnitud de las emociones en todo su esplendor (tanto las positivas como negativas porque todas tienen un sentido adaptativo), pero sin dejar que sean prioritarias a la hora de comportarnos, equilibrando nuestro cerebro emocional con nuestro cerebro racional. Al respecto cabe destacar que las emociones se generan al activarse una serie de núcleos cerebrales que facilitan la liberación de unas sustancias en nuestros circuitos neuronales, y que esas sustancias tienen un tiempo de actuación limitado: ninguna emoción se mantiene eternamente, sino que va perdiendo intensidad y se minimiza o desaparece en un período de tiempo definido. Por ello sentir emociones de una manera natural permite que podamos dejar que fluyan sabiendo que en algún momento cercano se reducirán a su mínima expresión o se apagarán.

El paso final, o quinto paso, consiste en actuar en consecuencia a la valencia de la emoción y de nuestros objetivos: si se trata de una emoción negativa la dejo fluir, dejando que se minimice de una manera natural y defino mi comportamiento no solo por la emoción, sino también por el razonamiento subyacente sobre ella (porque la sentimos) buscando soluciones y equilibrando nuestro yo sintiente con nuestro yo pensante. Si se trata de una emoción positiva, la pauta más eficaz es maximizarla y permitirnos disfrutarla con magnificiencia, y actuar (al igual que en el caso anterior) de una manera equilibrada entre lo que sentimos y lo que pensamos que nos acerca a nuestros objetivos. En la medida de lo posible siempre hay que compartir nuestras emociones con los demás para facilitar una relación agradable y que nos acerque a nuestro objetivo más importante: SER FELICES.

Siempre se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal. De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.

¡Muchas gracias y que hagas un buen día!

Comunicación eficaz

12. Los problemas de los demás

En este vídeo vamos a puntualizar algunos aspectos sobre la gestión de problemas ajenos en los que nos sentimos con la necesidad u obligación de involucrarnos.

En primer lugar cabe señalar que la libertad de expresión es un derecho inalienable por el que todos somos completamente libres de opinar lo que queramos, sobre lo que queramos y cuando queramos. Sin embargo cuando hay un conflicto entre dos o más personas (del que no formamos parte) y expresamos nuestra opinión (de manera bienintencionada, por supuesto) sin considerar las consecuencias que este acto pueda tener, estamos participando en el problema, incluso provocando que se magnifique o incluso empeore.

Esto es fácil que suceda dado que al expresar opiniones sin sentirnos responsables de éstas o sus consecuencias afectamos a las relaciones entre otras personas o entre esas otras personas con nosotros mismos. No deberíamos perder nunca de vista el hecho de una relación entre dos personas es única y diferente de la que pueden tener esas personas con otra. Por ejemplo, mi relación con mi hermana es única, mi relación con mi madre es única, y la relación entre ellas es única y diferente a las anteriores. Esto es extrapolable a cualquier relación: por ejemplo con unos amigos, parejas, compañeros de trabajo, etc.

Si se presenta un conflicto entre dos personas con las que tenemos relación debemos respetar que ese conflicto es entre ellas, y aún conociendo a ambas, son esas personas las que deben resolverlo sin que interferamos con nuestra propia opinión. Nuestro comportamiento debería limitarse a mostrar apoyo y escucha para evitar perjudicar a esas personas o su relación con nosotros.

En muchas ocasiones seguro que te has encontrado en situaciones (normalmente muy incómodas) en las que dos personas cercanas presentan un conflicto y te lo plantean por separado, y en el momento que opinas has pasado a formar parte del problema, ya que tu opinión puede utilizarse para generar más controversia, o se puede malenter o tergiversar por alguna de las partes.

De la misma manera si uno tiene un conflicto con otra persona no deberíamos buscar la opinión de terceras personas, principalmente porque su opinión estará hecha desde su perspectiva y (aunque sea con una buena intención) puede ser una opinión que nos influya a tomar decisiones o actuar de una manera que puede no beneficiarnos porque no es la que está elaborada desde el “Yo”. Además no perdamos de vista que cada vez que una información pasa de una persona a otra se genera el efecto “teléfono roto”, por el que la información se va reelaborando (insisto, de una manera inconsciente y no malintencionada) que puede llevar a que a la otra persona con la que se tiene el conflicto le lleguen unas impresiones, informaciones e intenciones totalmente diferentes a las que uno ha manifestado, sobredimensionando el problema y reduciendo las probabilidades de resolución. La pauta más adecuada es que si tienes un problema lo hables directamente con esa persona, evitando los intermediarios y las reinterpretaciones y los errores inherentes al propio proceso comunicativo.

Como conclusión podemos afirmar que la manera más eficaz de resolver problemas es que cada uno es responsable y resuelve los suyos en comunicación directa con las personas implicadas, evitando las interferencias y los malentendidos. De esta manera la comunicación es lo más eficiente, sincera y directa, centrada en la resolución del problema y no en dar bombo al propio problema y pudiendo perjudicar a la relación entre otras personas o entre nosotros y esas personas.

Finalmente, el tener la oportunidad de resolver nuestros propios problemas con las personas implicadas, y dar la oportunidad a los demás de aprender a resolver sus problemas con otras personas sin que intervengamos, facilita que nos sintamos mejor con nosotros mismos y con las personas que nos rodean, acercándonos un poquito más al gran objetivo de nuestras vidas: SER FELICES.

Siempre se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal. De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.

¡Muchas gracias y que hagas un buen día!

Comunicación eficaz

10. Como solucionar problemas

La comunicación que tenemos con nosotros mismos, ese flujo de pensamiento que nos acompaña durante todo el día, es importante porque invertimos en él tiempo y energía.

Las temáticas que más nos absorben suelen ser las tareas pendientes (cuestión que ya tratamos en el vídeo anterior) y las preocupaciones. Dentro de las preocupaciones habituales los grandes protagonistas suelen ser los problemas: solemos dedicar mucho tiempo a interpretar la conducta de los demás en función de nuestra conducta, intentando dar una explicación o justificación a la conducta de los demás sin ser esas personas. Teniendo en cuenta que nadie piensa, ni siente ni actúa igual no deberíamos hacerlo (o por lo menos no tan a menudo) porque da lugar a error, y con ello a problemas no deseados.

La pauta adecuada cuando sucede que tenemos un problema, y parte del problema es la interpretación que le estamos dando a la conducta de otra persona, consiste en preguntar a esa otra persona para resolver la duda y deshacer parte (o todo) del problema. Debemos aceptar que nadie tiene una bola de cristal para adivinar las causas de las conductas de los demás. Más vale preguntar y parecer tonto una vez que no preguntar y parecer tonto siempre por estar interpretando situaciones y a las personas desde una perspectiva equivocada, que es a partir de nosotros mismos cuando lo que pretendemos es dar un significado a la conducta de otra persona y actuamos en función de ese significado y no del propósito real de esa otra persona.

Siempre que tengamos una duda sobre la conducta, la actitud o el pensamiento de otra persona lo mejor que podemos hacer es preguntar para resolver esa duda y dejar de consumir parte de nuestro flujo de pensamiento, de nuestras energías y tiempo, evitando que nos lleve a un error y, por lo tanto, a un problema.

Hay tres tipos básicos de problemas:

  • Problemas en los que la solución depende total o parcialmente de mí
  • Problemas en los que la solución no depende de mí
  • Problemas de otras personas, no propios, en los que uno considera que puede aportar algo o intervenir de alguna manera en la solución.

Centrándonos en el primer tipo de problema (en el que la solución depende de mí) cuando se presenta este tipo de situación debemos plantearnos en qué consiste el problema en sí para centrarme en buscar soluciones. Normalmente la solución a la mayoría de este problemas consiste en ponernos en contacto con las personas implicadas y, a través de la negociación, alcanzar un acuerdo satisfactorio para todos o, por lo menos, sentirnos lo mejor posible con nosotros mismos por haber mantenido una actitud productiva de buscar soluciones con las personas adecuadas.

Como conclusiones del vídeo de hoy os ofrezco dos ejercicios para realizar:

  1. El primero de ellos es que, ante la duda sobre la conducta de otra persona, le preguntemos a esa persona para facilitar el entendimiento mutuo
  2. Y que, en el caso de problemas en los que la solución depende total o parcialmente de mí, desgranemos el problema en partes pequeñas y lo hablemos directamente con las personas implicadas con el objetivo de buscar soluciones. En vez de centrarnos en el problema y darle vueltas y más vueltas, dedicamos nuestro esfuerzo y energía a buscar soluciones, de manera que seamos más eficaces y productivos.

De esta manera estamos facilitando que nuestro flujo de pensamiento sea funcional y beneficiamos nuestro propio bienestar y el de las personas que nos rodean, acercándonos cada vez un poquito más al gran objetivo de nuestras vidas: SER FELICES.

Siempre se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal. De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.

¡Muchas gracias y que hagas un buen día!

Comunicación eficaz

9. La comunicación con uno mismo

En los vídeos anteriores hemos empezado a valorar la importancia que tiene en nuestra vida cotidiana la comunicación con los demás, y en el vídeo justo anterior a éste hemos comentado la importancia del autoconocimiento, o conocimiento de uno mismo, a través de nuestra percepción de nosotros mismos y de las personas que nos rodean. En el vídeo de hoy vamos a profundizar en nuestro propio flujo de pensamientos: en como nos comunicamos con nosotros mismos.

Nos pasamos el día “hablando con nosotros mismos”, pensando cosas a las que a veces prestamos mucha atención, y otras veces no. Si estuviéramos todo el tiempo prestando atención a lo que pensamos sería una pérdida de tiempo y recursos muy importante que nos impediría tener una relación normalizada o funcional con nuestro entorno. Sin embargo es necesario saber que ese flujo de pensamiento existe y que a en ocasiones nos supone una limitación en la vida cotidiana porque nos afecta a nivel cognitivo y emocional, influyendo en nuestra conducta.

¿Cómo nos podemos conocer mejor a través de conocer como nos comunicamos con nosotros mismos? En primer lugar sabiendo sobre qué “hablamos” con nosotros mismos. Normalmente hay dos temas principales de conversación en nuestro flujo de pensamientos internos:

  1. Las tareas pendientes
  2. Las preocupaciones, que consiste en dar vueltas a los acontecimientos pasados que nos afectan a nivel emocional, y a los posibles acontecimientos futuros que nos generan incertidumbre, y por ello, cierto malestar.

La pauta más eficaz para gestionar nuestro propio flujo de pensamiento consiste en hacer listas. En el primer caso, para las tareas pendientes, porque el hecho de sacarlas de nuestro pensamiento para apuntarlas y dejarlas previstas como tarea “real” en un horario o calendario semiestructurado, hace que automáticamente dejemos de darle vueltas (porque ya está programada y ordenada para hacerse en algún momento y algún lugar establecidos).

En caso de las preocupaciones, a pesar de que sea un poco más complicado porque solemos darles vueltas a las cosas que nos han generado malestar más que a las que nos han generado bienestar, la mejor pauta para gestionarlas también es recurrir a las listas: podemos redactar (en papel, en el móvil, o en cualquier formato que nos sea accesible) cual es la preocupación concreta a la que damos vueltas en nuestra cabeza, qué personas están implicadas, qué nos hace sentir, si queremos o no hacer algo al respecto, qué alternativas podemos valorar para actuar, etc. De esta manera enseñamos a nuestro cerebro que las preocupaciones forman parte de nuestra vida cotidiana, y nuestro flujo de pensamiento, y que podemos estructurarlas de una manera productiva, de manera que nos restan las energías y el tiempo imprescindible para procesarlas y ponerles solución, si es necesario.

Así no nos preocupamos de una manera espontánea y poco adaptativa (dedicando horas y horas a dar vueltas a situaciones reales o no, pasadas, presentes o posibles futuras), si no que trabajamos para generar un hábito de pre-ocuparse únicamente de aquello que merece la pena y elaborando una serie de informaciones que nos ayudan a resolver situaciones o estados emocionales de manera efectiva y eficaz. Todo ello nos acerca al gran objetivo de nuestras vidas: SER FELICES.

Siempre se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me gusta”, nos dejes un mensaje o te suscribas a nuestro canal. De esta manera ayudas que lleguemos a más personas.

Si consideras que los problemas de tu vida cotidiana o tus preocupaciones son difíciles de gestionar, no olvides que nadie nos ha enseñado a hacerlo y que si necesitas ayuda estamos a tu disposición en el teléfono 681 372 373 y el e-mail serfelizbelenmartin@gmail.com.

¡Muchas gracias y que hagas un buen día!