En esta entrada os dejo una breve intervención en el programa de televisión del canal IB3 Cinc Díes, en el que se trató el tema de las distancias sociales y la gestión del espacio (proxemia) y la adecuación de los saludos en el entorno laboral.
Sabiendo que nuestro bienestar depende en gran medida de las estrategias de comunicación que utilizamos con nosotros mismos y con los demás podemos aprender a analizar los procesos comunicativos para ayudarnos a mejorarlos.
La
comunicación consta de tres aspectos claves:
qué decimos (los aspectos verbales o palabras que utilizamos)
cómo lo decimos (aspectos paraverbales como la entonación o el volumen)
qué hacemos mientras nos comunicamos (aspectos de comunicación no verbal y lenguaje corporal)
Para
incorporar pautas eficaces de comunicación a nuestro repertorio
básico de conductas en esta ocasión vamos a trabajar tres aspectos
básicos: la mirada, la postura y la distancia.
Respecto
a la mirada es importante tener en cuenta que el porcentaje
más adecuado para mantener una comunicación fluida es alternar un
50% de mirada directa a los ojos y el otro 50% repartido alrededor
del rostro (“aura”).
Por
lo que concierne a la postura cabe destacar que inclinar
ligeramente el cuerpo hacia la persona con la que hablamos denota
interés, mientras que echarse hacia atrás manifiesta
desinterés o rechazo. Asimismo si deseamos demostrar apertura y
comodidad (y facilitar que la otra persona se sienta atendida)
podemos mantener los brazos abiertos a ambos lados del cuerpo (o
sobre las piernas si estamos sentados) con las palmas de las manos
abiertas y mirando hacia arriba.
Para
terminar, la distancia es un aspecto de la comunicación que
depende en gran medida de la cultura: en sociedades
mediterráneas la distancia considerada adecuada en una conversación
cotidiana es de aproximadamente un metro. Sin embargo en sociedades
más “frías” (por ejemplo en el norte de Europa o en Inglaterra)
los cánones de educación implican que esa distancia sea más amplia
(de 1,20 metros a 1,50 metros) ya que si una de las personas se
aproxima más puede considerarse una invasión del espacio personal.
En culturas más “calientes” (por ejemplo, sur de América) las
distancias se acortan y el contacto físico más habitual. La
distancia va a depender mucho de la persona con la que hablamos,
su procedencia, el grado de confianza y el contexto en el que nos
encontramos. Un truco ante situaciones en las que dudamos si una
distancia es adecuada en una conversación es avanzar unos
centímetros discretamente hacia la persona con la que nos
comunicamos y ver si la persona se mantiene en su posición. Si
percibimos que la persona recula o se va hacia atrás, debemos
retroceder para acomodar la distancia.
A
partir de ahora podemos observar si nuestras conductas
comunicativas en lo que respecta a la mirada, la postura y la
distancia nos eficaces. Si lo son nos podemos felicitar por ello, y
si no lo son y deseamos modificarla podemos establecer un plan de
cambio dividiendo la conducta en conductas más pequeñas
(microconductas) e intentando cambiar cada vez una microconducta, en
una circunstancia, con una persona en concreto e ir repitiendo hasta
incorporar estos cambios como hábitos para después poder
generalizarlos a más contextos.
De
esta manera maximizamos las posibilidades de ser eficaces en
nuestros comportamientos comunicativos y sentirnos mejor con
nosotros mismos y con los demás, acercándonos a nuestro gran
objetivo de SER FELICES.