Casi necesario en el escenario de dolor, enfermedad y muerte actual.
Ojalá nadie tuviera que vivir de recuerdos, pero si hay que hacerlo, por lo menos que las nuevas alegrías no empañen los recuerdos, y que los recuerdos no empañen las nuevas alegrías.
Todo mi reconocimiento y apoyo a todas las personas que, de una manera u otra, están facilitando que la lucha contra el coronavirus sea posible. GRACIAS.
Si es la primera vez que te planteas por qué la psicología es importante y puede resultar un recurso imprescindible en la gestión de una crisis como la que estamos viviendo en la actualidad por la pandemia de COVID-19 (coronavirus), te animo a que conozcas nuestro trabajo de primera mano y te animes a buscar la ayuda de un profesional.
Esta ayuda te la recomendamos ya no sólo por la probable presencia de signos y síntomas de malestar, sino también como medio de prevención de aparición de patologías o trastornos posteriores debidos a las situaciones psicológicamente extraordinarias e intensas que estamos viviendo, y que se ven afectadas por la limitación de aprendizajes y recursos, y la falta de experiencia y formación, que lleva a la mayoría de las personas a sentirse desbordadas y “ahogadas” en esta situación.
¿Qué es la psicología?
La psicología es la ciencia que estudia la conducta, los procesos mentales y emocionales de las personas. Un psicólogo o psicóloga es el profesional que ha estudiado la licenciatura de psicología y posee los conocimientos y la experiencia adecuada para ayudar a las personas a afrontar con efectividad los problemas de la vida y de salud mental.
¿Qué hace un psicólogo?
Los psicólogos prestan diversos servicios, tales como evaluaciones y psicoterapia,formación y educación emocional, usando una amplia gama de técnicas basadas en las mejores investigaciones científicas y teniendo en cuenta para cada persona sus valores, características, objetivos y circunstancias.
Los psicólogos ayudan a gran variedad de pacientes y dan tratamiento a numerosos tipos de problemas. Hay personas que consultan a un psicólogo porque se han sentido deprimidas, ansiosas o airadas durante bastante tiempo. En otras ocasiones se requiere la ayuda de un psicólogo para realizar el tratamiento de un trastorno crónico (por ejemplo, trastorno límite de la personalidad, fobias o duelos patológicos).
En todo caso, cualquier circunstancia que interfiere en la vida o salud física de una persona por un período prolongado de tiempo o de una manera intensa debe ser evaluado por un psicólogo como especialista en los procesos personales y sociales que es. Son ejemplo de ello el estrés percibido por cambios vitales (por ejemplo, un nuevo trabajo o tener un hijo), la presencia de enfermedades crónicas o en estado paliativo, o el afrontamiento de obstáculos que impiden a las personas alcanzar sus objetivos.
Los psicólogos asimismo también están capacitados para evaluar y facilitar la comprensión sobre cómo piensa, siente y se comportan las personas, facilitando su adaptación a la vida cotidiana.
¿Cómo nos ayuda?
Los psicólogos usan una gran variedad de tratamientos fundamentados en evidencias científicas que ayudan a mejorar la vida de las personas. Generalmente recurren a la terapia y, aunque existen multitud de técnicas psicoterapéuticas, el psicólogo escogerá las más adecuadas para resolver con efectividad el problema que presente el paciente y se corresponda mejor con sus características y preferencias.
Existen diversas orientaciones teóricas, pero la terapia de elección por su contrastada evidencia científica y elevada eficiencia en la actualidad es la terapia cognitivo-conductual.
La terapia se puede aplicar a una sola persona, así como a parejas,familias o grupos.
El psicólogo a distancia, online y por WhatsApp
La terapia online (o psicología online) es la intervención psicológica a distancia mediante teléfono o vídeo llamada y con apoyo de cualquier otro recurso tecnológico que facilite la comunicación e interacción clara y eficaz entre psicólogo y paciente.
Hay muchos motivos por los que una persona elige esta modalidad, por ejemplo porque viaja con frecuencia o tiene horarios muy poco flexibles, porque desean la intimidad y discreción de su propio hogar, o simplemente porque le gusta la comodidad de acceder al servicio desde cualquier lugar incluso sin tener que desplazarse.
Eficacia de la terapia a distancia, online y por WhatsApp
Existe evidencia científica suficiente que indica que la eficacia de la terapia a distancia, online y por WhatsApp es similar a la terapia presencial, incluso en algunos casos más alta debido a las facilidades de acceso y de adherencia terapéutica en esta modalidad (Información adaptada de la American Psychological Association y del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid).
Intervención psicológica en situaciones de crisis a través de medios telemáticos
En SER FELIZ – BELÉN MARTÍN cabe destacar que la modalidad de formación y terapia a distancia (por el medio que sea) no resta calidad al servicio, ya que es llevado a cabo por la misma profesional en las mismas condiciones de trabajo (mismas horas dedicadas a las sesiones formativas y terapéuticas), con el mismo entusiasmo al que estáis acostumbrado, y favoreciendo el clima de intimidad y crecimiento personal que le es propio. Es comprensible cierta desconfianza cuando estos medios no se han utilizado con anterioridad, pero si dais una oportunidad a esta modalidad seguro que no os defraudará.
En estos momentos de vulnerabilidad psicológica es cuando estoy más disponible para vosotros: para informaros, evaluar, acompañar y trabajar el malestar que se ha acrecentado (si ya estuviera presente por cualquier motivo) o se ha presentado por primera vez (por las dificultades propias que suponen hacer frente a una situación extraordinaria como la que estamos viviendo), y ofreceros un entorno de tranquilidad, donde prime la información veraz, las medidas de seguridad, y las pautas, técnicas y estrategias adecuadas para dar respuesta a las dudas y conflictos que os puedan surgir.
Si tienes, o has tenido, ansiedad, estrés, malestar, afectación del estado de ánimo por el motivo que fuere, o te encuentras desbordado por la situación de confinamiento (solo/a o en familia) y necesitas información que pueda ayudarte a gestionar tus emociones y regular tu conducta (o la de tus familiares), no dudes en contactar conmigo en el teléfono 681 372 373 (debido a la gran afluencia de llamadas, si no te contesto no te preocupes que te devolveré el mensaje o la llamada en seguida que sea posible, pero ten por seguro que ningún mensaje ni llamada queda sin contestar).
*Os recordamos que Belén Martín está formada en Psicología Clínica Aplicada, en Psicología de Emergencias, en Cuidados Paliativos y Duelo, en Psicología Infantil y de la Adolescencia, y es Técnico Superior en Educación Emocional, y ha trabajado como coordinadora y psicóloga en el SAMU-061(2002-2007), y en el Equipo de Psicólogos de Emergencias (2010-2013), lo que le confieren la formación y experiencia necesaria para poder ser una herramienta de ayuda valiosa y única en este momento de crisis (ver currículum).
Las
emociones las sentimos
constantemente, sin embargo nadie nos ha explicado en qué consisten
o cómo nos afectan, información que nos ayudaría sobremanera a
aprender a gestionar nuestras propias emociones.
La
palabra emoción significa “hacer mover”, y está
muy relacionada con la motivación (“mover hacia”).
Quizá este significado es más obvio ya que cuando algo nos agrada,
gusta o interesa nos genera una cierta inquietud para ”movernos
hacia” eso (nos motiva).
El
concepto de emoción es un poco más complejo debido a sus
connotaciones históricas: cuando éramos seres primitivos
nuestro cerebro era mucho más pequeño de lo que es ahora, y dos de
sus estructuras principales eran la amígdala y el hipotálamo,
que son los centros donde se generan las emociones. La función de
las emociones en ese momento era muy relevante y consistía en la
supervivencia: cuando uno de nuestros antepasados sentía una
emoción intensa (por ejemplo, el miedo) ante un estímulo que le
generaba incertidumbre o malestar se activaban estos núcleos
cerebrales y conectaban con la parte de acción de nuestro
cerebro iniciando una secuencia conductual de huida o ataque, que
favorecía su supervivencia (por ejemplo, si se trataba de un animal,
huyendo o atancándolo se aseguraba de sobrevivir).
A lo
largo de los años de evolución del ser humano nuestro
cerebro ha crecido, especialmente en las áreas frontal y
prefrontal, que son las encargadas de nuestro pensamientoracional. Sin embargo seguimos manteniendo los mismos núcleos
emocional que se activan e inician comportamiento de huida/ataque
(miedo), aproximación (amor) o distanciamiento (asco) en función
del tipo de emoción y la intensidad sentidos. En la actualidad,
en nuestra sociedad, las emociones ante situaciones de peligro
real mantienen esa función antigua de supervivencia, pero no tienen
el mismo sentido en nuestro día a día, en el que no es funcional
ni adaptativo responder a los estímulos con los comportamientos
primitivos que provocan. Esto es fácil de identificar en
situaciones de condicionamiento emocional, por las que ante una
situación en la que hemos sentido una emoción intensa nos sentimos
impelidos a actuar de manera impulsiva por la emoción que nos ha
generado, incluso aunque nos suponga una pérdida de oportunidades o
de bienestar. Un ejemplo de emoción negativa intensa que nos puede
generar este tipo de respuesta es el miedo a un objeto o situación
(llegando incluso a desarrollar patologías como las fobias), y un
ejemplo de emoción positiva intensa es el amor (llegando incluso a
padecer situaciones perjudiciales para uno mismo por sentirse
enamorado de otra persona y desear por encima del propio bienestar el
bienestar del otro). Todo ello limita nuestras vidas aunque nuestras
vidas no dependan de ello (ya no sobrevivimos por huir de algo que
nos genera miedo, o por cumplir todos los deseos de una persona que
amamos).
Las
emociones son comunes a toda la humanidad y los estudios
científicos muestran que las emociones básicas nos afectan a todos
en función de su intensidad y su valencia
(positiva/negativa). El hecho de desconocer su funcionamiento nos
lleva habitualmente a actuar de manera impulsiva sin tener en
cuenta las consecuencias, lo que puede llegar a perjudicarnos.
El
simple hecho de saber que las emociones existen, poder ponerles
nombres e identificar en que situaciones, con que personas o que
circunstancias se activan nos ayuda a decidir que deseamos hacer con
nuestra conducta.
Esto
no significa que no tengamos que sentir las emociones, sino todo lo
contrario: es maravilloso sentir emociones y dejarlas fluir, ya
que es lo que nos define como personas, pero podemos delimitar el
alcance que tiene sentir emociones en nuestro comportamiento y
nuestras conductas, de manera que seamos consecuentes con nosotros
mismos y eficaces con nuestros objetivos.
El
ejercicio adecuado para iniciar el trabajo de gestión emocional
consiste en iniciar una observación (a ser posible
sistematizada en forma de registro) para aprender a conocernos a
nosotros mismos respecto a nuestras emociones. Un registro que
puede ayudarnos en este proceso puede incluir las situaciones en las
que hemos sentido emociones intensas, día y hora, lugar, personas
que nos acompañaban, nombre de la emoción sentida, intensidad de la
misma (por ejemplo de 0 a 10) y las consecuencias que ha tenido
sentir esa emoción o que hemos hecho al respecto (cual ha sido
nuestra respuesta cognitiva y/o conductual a esa emoción).
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se agradece que si te ha gustado el vídeo nos des un “me
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