Comunicación eficaz

13. ¿Pensar en negativo o en positivo?

Nuestra corriente de pensamiento tiene un tema estrella en el que invertimos mucho tiempo y esfuerzo. Este tema recurrente es nuestro propio comportamiento (lo que nos sucede cada día y lo que hacemos al respecto).

Nos preocupa mucho nuestro comportamiento principalmente porque nos ayuda a interpretarnos a nosotros mismos, la imagen que damos a los demás y sentir que lo que hacemos está bien.

Hay dos factores que influyen en gran medida en como hablamos con nosotros mismos sobre nosotros mismos:

  • El primero de ellos es que en nuestra sociedad está popularizada la comunicación en negativo, centrada en el error y la crítica. Esto se da por aprendizaje desde las edades más tempranas, en las que se tiende a reñir a los más pequeños cuando su conducta no es la deseada, pero no se explica con claridad y paciencia la conducta deseada ni se premia cuando se realiza (se da por supuesto que cuando se hace bien es lo que se tiene que hacer). Por ello la tendencia es a fijarnos en las conductas erróneas o lo que hacemos mal, porque lo hemos interiorizado a través de la repetición como hábito, y esto se traduce en que la comunicación con nosotros mismos está protagonizada por lo que consideramos nuestros errores, lo que hacemos mal o lo criticable, sin dedicar apenas tiempo o esfuerzo a lo que hacemos bien, nuestros aciertos o nuestras conductas adecuadas. Una pauta que nos puede ayudar a mejorar la comunicación con nosotros mismos consiste en ser realistas: expresar los mensajes sobre nuestras conductas equivocadas, erróneas o criticables pero también expresarnos nuestras conductas adecuadas, correctas y dignas de alabanza, equilibrando de esta manera las huellas emocionales positivas y negativas que generamos en nuestro cerebro sobre nosotros mismos.
  • El segundo factor que influye notablemente en como nos comunicamos con nosotros mismos es la dificultad para afrontar la frustración cuando nos equivocamos. Procesar los errores como un estigma y asociarlos a nosotros mismos nos perjudica en gran medida, ya que no nos permite procesar el concepto de error como algo inevitable, normal y fuente de muchos de los aprendizajes necesarios para la vida cotidiana. Si no nos equivocamos no podemos aprender. Una pauta que nos ayuda al respecto sería aceptar el error y las equivocaciones, y dedicar el tiempo proporcional al pensamiento sobre las situaciones negativas que nos rodean y equilibrarlo con las positivas (que son la mayoría, y no estamos acostumbrados a focalizar y son tan o más importantes que las negativas, sobretodo a nivel emocional y motivacional).

Como reflexión y pauta final podemos intentar vivir los errores como una fuente natural de aprendizaje, maximizar el tiempo y la intensidad de los pensamientos en positivo sobre uno mismo, y generalizar este comportamiento a los pensamientos sobre los demás y sobre el mundo que nos rodea. A ser posible deberíamos intentar redirigir las conversaciones (que hoy en día son la gran mayoría) sobre lo que va mal, las dificultades, la crítica indiscriminada y lo negativo, hacia una perspectiva más positiva, de manera que generemos huellas de memoria positivas tanto en nosotros mismos como con los demás, y además permitirnos apreciar las pequeñas (y grandes) cosas, situaciones y personas maravillosas que nos rodean. Esto permite tener más buenas sensaciones y más energía a lo largo del día, e irnos a descansar por la noche con mayor bienestar, acercándonos al objetivo final de SER un poquito más FELICES.

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